“Decile al pastor Trasante y a todos los familiares de los pibes muertos que se cuiden, que está la orden de bajarlos”. El mensaje fue claro y conciso y el receptor, un colaborador del religioso. Eduardo Trasante es el padre de uno de los tres chicos que fueron asesinados en una canchita de fútbol de Rosario en 2012 y uno de los testigos en el juicio que terminó el jueves pasado con la condena de cuatro personas a penas de entre 24 y 32 años de prisión. “Sabíamos que las amenazas podían darse”, se resignó el hombre.
Trasante aprendió a convivir con esas amenazas que comenzaron con el inicio del juicio por el crimen de Jeremías “Jere” Trasante (17), Claudio “Mono” Suárez (19) y Adrián “Patom” Rodríguez (21), y según él denunció se agudizaron el 14 de noviembre, cuando declaró en el juicio. Ese día sus otros hijos recibieron unas 19 llamadas telefónicas amenazantes. “Todas eran del mismo tenor. Una voz de hombre les decía que me iban matar, que me callara y que los iban a asesinar a ellos también”, recordó Trasante en diálogo con el diario La Capital.
Pero el viernes, 24 horas después de la sentencia, las llamadas se repitieron. “Los vamos a matar a todos”, le dijo a uno de sus hijos una voz del otro lado del teléfono. Más tarde un colaborador recibía otro mensaje con el mismo tenor.
“Hay que tener cuidado. Sabíamos que las amenazas podían darse. A mí, en lo particular, me tiene sin cuidado. Estoy convencido de que Dios nos guarda, estoy además muy tranquilo, aunque cansado por el ajetreo del juicio”, destacó Trasante. La familia cuenta con custodia en la puerta de la casa.
El caso. El jueves pasado el Tribunal resolvió sentenciar a Sergio “el Quemado” Rodríguez a 32 años de prisión; a Daniel Delgado, a 30 años; a Brian Sprío, a 28 años; y a Mauricio Palavecino, a 24 años. Los abogados defensores apelarán esta resolución.
El triple crimen fue cometido el 1 de enero de 2012 en una canchita de fútbol de Villa Moreno, en la zona sur de Rosario. Pero según se concluyó en el juicio, todo se originó el 29 de diciembre de 2011 con el ataque a tiros a un adolescente llamado Facundo Osuna (18), cuyos amigos vengaron luego tiroteando a Maximiliano “Quemadito” Rodríguez (25), hijo del “Quemado” (supuesto narco de la zona), la madrugada de Año Nuevo de 2012.
En respuesta a esa agresión, el “Quemado” y los suyos asesinaron a los tres jóvenes militantes confundiéndolos con “soldaditos” compañeros de Osuna.
Esta maraña de venganzas terminó con la vida de tres jóvenes que nada tenían que ver con el narcotráfico.