Carlos Carrascosa (77) no pierde la esperanza. El viudo de María Marta difundió una extensa carta en la que manifestó sentir “dolor, pesar y tristeza”.
A continuación, las frases más salientes:
“Desde el dolor, y con todo pesar y tristeza, les escribo esta carta. Yo no estoy capacitado para saber si las pruebas del juicio a Pachelo alcanzan para condenarlo a prisión perpetua, pero sí puedo contar por qué se me condenó a mí, y comparar una causa con otra”.
“En toda la etapa de testimoniales siempre dije lo que sentí en ese momento y relaté cómo fue ese día, pero no me acordaba la hora en que había ido al Club House. Sabía que había pasado por el House, pero no recordaba la hora. Yo dije la verdad, pero la señora del House dijo que estuve a las 18.15: a esa hora yo estaba en lo de Bártoli. Para el fiscal Diego Molina Pico, esa supuesta mentira fue suficiente para procesarme”.
“Recién en mi juicio de 2007, el peón de cocina declaró que me vio a mí con la dueña: o sea, alrededor de las 16. El fiscal Diego Molina Pico ni habló conmigo y, por el clima de congoja que había, no pidió la autopsia”.
“Cuando se hizo la autopsia, 42 días después del 27 de octubre, se encontraron los cinco balazos. Ahí el fiscal dijo: ‘La familia me enganó’. Como no había arma ni motivo, había que inventar uno, e inventó que yo pertenecía al Cartel de Juárez por un panfleto que le llegó o se lo automandó”.
“Ahora, vamos a Pachelo. Como dato ilustrativo, la hora de la muerte de María recién se fijó en 2011, con la declaración de los médicos de la autopsia, quienes en mi juicio de 2007 no fueron llamados por el fiscal porque sabía lo que iban a decir. Lo increíble es que, desde 2011 ya sabían la hora de mi llegada (a las 18.59) y la de la muerte por prueba científica; sin embargo, tardaron seis años en darme la absolución. Evidentemente, los criterios de los distintos jueces son muy variados.
“Que una persona al rato de cometer un hecho prepare su coartada, involucrando nada menos que al ser que le dio la vida, es algo no usual; que sus hermanos y allegados también lo crean capaz de matar, que su misma patología –la psicopatía, que dicen que no existe– le haga perder la cabeza a nivel de comentar el hecho antes que nadie sepa nada; que vaya teniendo esa actitud de dominar todo… Es algo difícil de creer”.
“Ni les digo si hago una comparación con mi tragedia, no se le puede poner fin. Sin embargo, seguiré reclamando a la Justicia en todas las instancias hasta tener una respuesta. Un dolor sin fin… La muerte de mi mujer no va a quedar impune. Gracias”.