POLICIA
homicidio en ferrugem

Caso Malvino: cómo esperan el juicio ‘los hijos del poder’

Los tres acusados viven en Argentina pero serán juzgados en Brasil. Nunca estuvieron detenidos. Se recibieron, casaron y tuvieron hijos.

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Horacio Pozo (34), Andrés Gallino (38), Eduardo Braun (33). | cedoc / efe dos

Corría el año 2006. Un grupo de jóvenes argentinos veraneaba en las playas de Ferrugem, en el sur de Brasil. Era una noche más de fiesta pero que se vio teñida de negro. Según la Justicia, tres rugbiers amigos oriundos de Corrientes atacaron a golpes a Ariel Malvino (21), otro argentino que descansaba allí. Le pegaron una trompada desde atrás que lo dejó inconsciente. Pero eso no fue suficiente. Uno de ellos agarró una piedra de 17 kilos, y se la arrojó contra el pecho. Los agresores se fueron corriendo y Malvino terminó muerto.

Once años después los acusados serán juzgados en un debate oral y público. Pero ¿qué fue de ellos durante esta última década? Eduardo Braun Billinghurst (33), Horacio Pozo (34) y Andrés Gallino Yanzi (38) llegaron a esta instancia en libertad y en la causa argumentaron no conocer a Malvino ni haberlo golpeado (lo que testigos desmintieron). Hoy trabajan, son profesionales y formaron sus familias. “Están tranquilos”, contó uno de los abogados que los representó al comienzo de la causa.

A los acusados se los conoció como los “hijos del poder”, porque sus padres tenían cargos políticos o estrecha relación con funcionarios correntinos. La madre de Braun Billinghurst es abogada. En 2012 fue nombrada jueza de la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Electoral de esa provincia. El padre de Pozo fue titular de la Secretaría de Turismo correntina, puesto al que renunció tras el crimen, mientras que el papá de Gallino era funcionario municipal. PERFIL intentó hablar con los acusados, pero no respondieron a los mensajes.

Hoy Braun Billinghurst tiene 33 años. Hace tres se casó con Lucía. Eligieron el Salón Gran Paraná del Casino del Litoral, donde se realizan “eventos de primer nivel” y con capacidad para mil personas (según la web del salón). Entre los invitados estuvo Pozo. Hace dos meses fue papá. Pozo también contrajo matrimonio. En agosto de 2013 se casó con Verónica. El festejo fue en una estancia de Paso de la Patria. Dos años después tuvieron un varón. Actualmente ejerce como veterinario.

“Es un profesional respetado y reconocido”, cuenta a este diario el abogado Angel Machado, quien hasta hace poco tiempo lo representaba. Respecto al juicio que se avecina sostuvo que quien fue su defendido “está tranquilo”.

El único que abandonó Corrientes es Andrés Gallino Yanzi. Se mudó al Sur del país y junto a su pareja tiene una empresa turística en San Carlos de Bariloche, que ofrece excursiones y actividades como trekking, mountain bike y kayak. En las imágenes se lo puede ver navegando en el Lago Gutiérrez o como instructor de ski.

Recta final. Parecía que la causa por la muerte de Malvino iba a quedar en la nada. Se habían tomado declaraciones y recolectado pruebas pero las traducciones del portugués al castellano y viceversa hicieron que los tiempos procesales se estiraran hasta el punto que los padres de la víctima temieron que el caso quedara impune (ver aparte).

Once años después la jueza Elaine de Souza Freitas decidió, a principios de marzo pasado, elevar la causa a juicio acusando a Braun Billinghurst por “tentativa de homicidio agravado por alevosía” y a Pozo y Gallino por “lesiones corporales con resultado muerte”.

“El crimen fue cometido por motivos fútiles –o innobles–: un simple comentario despreciativo hecho por la víctima  en relación a la conducta de los denunciados” que se estaban peleando con otro grupo de chicos. Ahora queda determinar la fecha del inicio del debate en el que se determinará el grado de culpabilidad o no de los acusados por el crimen de Ariel.


“Llevamos once años presos del dolor y merecemos justicia”

Por primera vez en más de una década, los padres de Ariel Malvino sienten que podrán cumplir con la promesa que le hicieron a su hijo: justicia. Alberto y Patricia están convencidos de que los tres acusados son los responsables del asesinato de Ariel y de que hay pruebas suficientes para condenarlos. “Durante once años estuvimos ‘presos’ nosotros, por eso merecemos que haya justicia”.

“Estamos viviendo hace muchos años una justicia desigual, con victimarios con derechos y víctimas desprotegidas. Sufrimos en carne propia el destrato, el ninguneo y hasta la humillación. Once años estuvimos ‘presos’ nosotros, pero ‘presos’ del dolor, de la indignación, por eso merecemos que ahora haya justicia”, opina Alberto, en diálogo con PERFIL. “Tuvimos –continúa– infinidad de inconvenientes, muchos originados en situaciones absurdas que provocaron una indescriptible sensación de impunidad, muy difícil de sobrellevar”.

Para los padres de Ariel estos once años sin su hijo fueron duros: “Los llevamos con la mayor entereza posible” y con “la tristeza de no poder compartir tantos sueños frustrados”.  “La situación cambió totalmente para nosotros: nos alteró el orden natural de la vida. No hay manera de describirlo, pero nuestro amor de 34 años junto a Patricia supera lo irremediable, y nuestro amado hijo Luca nos renueva las ganas de seguir adelante. Luca es nuestra razón de vivir”, describe.

Alberto y Patricia forman parte de la ONG Usina de Justicia (una asociación civil que trabaja por los derechos de las víctimas), junto a Diana Cohen Agrest y Franklin Rawson, el padre de Angeles. “Encontramos allí una enorme contención”.

Para los padres de Ariel, las pruebas contra los acusados “son contundentes”. “La sentencia de la jueza es clara: homicidio agravado cometido entre los tres con una ‘identidad de designio’. Hay dos sentenciados que son culpables por lesiones graves con resultado muerte, el que comienza pegando a Ariel y el que le asesta la  trompada mortal, y el tercero, por tentativa de homicidio agravado por alevosía. Este es el que una vez en el suelo Ariel, inerme y muriendo, le arroja una piedra de 17,5 kilos en su cuerpo”. La escala penal es de 4 a 12 años para los dos primeros y de 12 a 30 años para el último.

“Nosotros sentimos que cumplimos con la promesa hecha a Ariel aquel día: que habría algún día justicia para él. En pos de ello luchamos once años”. Los padres creen que con la elevación a juicio de la causa llega la posibilidad que en algún momento pensaron que se desvanecía. “Tenemos la convicción de que los responsables serán condenados. No existe en nuestra expectativa un fallo absolutorio”.