“Empero que se entregue”. Esas fueron las palabras de la expareja de uno de los docentes acusados de haber atacado a piedrazos y haber terminado con la vida de Ivana Garcilazo (32), la hincha de Rosario Central que fue asesinada tras el clásico. El profesor de química aún se mantiene prófugo, mientras que su amigo se entregó a la Justicia.
Damián Reinfestuel es profesor de química y uno de los acusados de haber matado de un piedrazo a Ivana. El otro acusado es Ariel Cabrera, coordinador de fútbol infantil del club Lux y profesor de educación física. Este se entregó a la Justicia el jueves pasado, luego de que se hicieran públicas las identidades y rostros de ambos, implicados en el hecho, según la Justicia.
El próximo miércoles está estipulada la audiencia de imputación para Cabrera. Para ese día la familia de la víctima convoca a una concentración frente a la fiscalía.
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Por su parte, Vanesa, la expareja de Reinfestuel publicó una carta en la que pidió que el hombre se entregue y denunció que junto con su hijo estaban siendo “amenazados”.
Según la investigación, Reinfestuel y Cabrera son dos de las personas que huyen después de haber arrojado piedras contra Ivana cuando se movilizaba por cercanías del estadio leproso luego del triunfo de Central.
La joven de 32 años iba manejando la moto y acompañada por su novio. Una de las piedras le pegó en la cabeza y perdió la vida.
El lunes 9 de octubre desde la fiscalía decidieron hacer público el video en el que se ve a los sospechosos huyendo del lugar en direcciones distintas. El objetivo era que quienes los reconocieran pudieran aportar datos sobre ellos, y así fue. Dos días después, publicaron los nombres y los rostros de los dos buscados por el crimen de la hincha de Central, porque la Policía no pudo localizarlos en su lugar de residencia.
El fiscal a cargo de la causa Gastón Ávila había contado en conferencia de prensa que “uno de ellos abandonó su rutina habitual, dejó de usar su celular y dejó de asistir a la escuela donde deba clases con distintas excusas”, mientras que “el otro siguió con su vida normal, pero cuando logramos identificarlo ya se fue del lugar de residencia habitual”.
