Mientras sus captores, Emanuel Rivarola (21) y Victoria Agüero (33), fueron liberados tras estar detenidos dos meses y medio, Abril, la nena de 10 años retenida durante casi una semana en Punta Indio, pasa sus días en una casa de abrigo de la ciudad de La Plata, adaptándose a su nueva vida y compartiendo
momentos, sobre todo, con tres chicas de su edad. Correcta estudiante, además de obtener buenas notas en el colegio también despunta el vicio en su afición por el patín.
La menor sigue en la institución que la cobijó desde mediados de octubre, el Hogar Angel Azul, donde convive con otros 25 chicos –12 de ellos varones– de 0 a 12 años y con un grupo de adultos que los cuidan. De acuerdo con lo que pudo averiguar PERFIL, se encuentra en un estado anímico estable pese a su situación, alejada de su familia y amigos, y no obstante el calvario por el que pasó durante seis días, en los cuales Rivarola y su pareja, Agüero, la mantuvieron distanciada de su casa.
“Se adaptó rápido y está muy bien, muy estable. No tiene mayores sobresaltos”, contó a este diario Hernán Améndola, el director del hogar, quien destacó que solo su abuelo fue a verla en un par de ocasiones. Por el momento, es el único que tiene autorización para estar con ella, ya que ni siquiera la madre puede verla. “Tiene interés en visitarla, pero sin la orden del juez no puede entrar”, explicó. Voceros de la investigación contaron, sin embargo, que Abril no pregunta por ella, y lo llamativo es que sí lo hizo por sus captores, con quienes aparentemente mantenía una relación estrecha en Punta Indio, donde todos residían.
En cuanto a la rutina de la menor, Améndola dijo que “le encanta bailar, se la pasa haciéndolo con otras nenas con los videos de la tele. También le gusta mucho patinar y va a patín como actividad extraescolar. Además, dibuja muy bien”. Amable y educada, “se adaptó muy bien al colegio y es muy buena alumna, muy despierta”. No mantiene conflictos con ninguno de los otros chicos del hogar, y aunque “se lleva bien con todos, se junta particularmente con tres niñas de su edad”.
Más allá de ir a la escuela y de contar con las actividades que más le interesa desarrollar, los chicos cuentan con “mucho tiempo y lugar para su esparcimiento y su búsqueda personal, que es fundamental”, aseguró Améndola.
“Los fines de semana vamos al río, al bosque, a comer un sándwich, así como a la chacra de un amigo. Pasaremos ahí las vacaciones, pero también fuimos en otras ocasiones a la costa. Los chicos tienen una vida de familia”. Y como familia, justamente, viven. “La relación entre ellos es excelente. Se consideran pares y disfrutan del día a día, aunque por supuesto que se arman grupitos. El ambiente es hipercontrolado. No es una institución convencional, sino una familia gigante, viviendo no en una institución sino en una gran casa”.
Abril desapareció el 9 de octubre, cuando regresó a recoger una muñeca que se había olvidado al balneario El Pericón. Tras la denuncia se inició una búsqueda que incluyó personal policial, drones y hasta treinta perros, capacitados para hallar cadáveres. Pese a tratarse de un pueblo de 600 habitantes, nada se supo de ella hasta el día 15, cuando apareció por su cuenta. Aseguró que había permanecido en una vivienda abandonada a 6 km de la suya, aunque Agüero y Rivarola la contradijeron, afirmando que siempre había estado con ellos y que la escondieron en un ropero, tapándola con frazadas, las cinco veces que la policía allanó su casa.
Si bien se desconocen los motivos del rapto, los implicados –sobre todo la mujer– tenían una obsesión con la niña, a quien querían separar de su madre por presuntos maltratos y abandono.
Declaró en cámara Gesell
El pasado lunes, Abril declaró en cámara Gesell y sus palabras terminaron favoreciendo a los imputados, que recuperaron la libertad aunque siguen procesados. “Siempre estuve en casa de Victoria (Agüero). Ellos me dieron de comer y me trataron bien”. Y coincidió en lo que relataron en su momento Agüero y su concubino, Rivarola: “Cuando venía la policía (rastrillaron el lugar cinco veces, con perros adiestrados) me escondía en el placard y me tapaba para que no me vieran. Decidí irme un rato y cuando estaba en la casa de Victoria dije que me iba a quedar ahí. Solo estuve con ellos dos”.
Dijo que no quiere volver a ver a su madre, y explicó los motivos: “Me retaba y me hacía hacer cosas en la casa”, aunque se descartaron posibles agresiones físicas.