Carlos Rossi retomó su labor como juez de ejecución penal de Gualeguaychú. Los veinte días de licencia por depresión que había pedido después del horrendo femicidio y abuso sexual de Micaela García (21), cometido por un violador serial que él mismo liberó quedaron atrás.
El cuestionado magistrado entrerriano, que enfrenta cinco pedidos de destitución, regresó a los tribunales de la calle Olegario Andrade el primer día hábil de esta semana: el martes 2 de mayo pasado. Este viernes llegó a las 8.20. De saco gris y pantalón oscuro, bajó de un auto Renault Megane, que su chofer estacionó en la puerta del edificio judicial, y subió a su despacho.
“El doctor Rossi no se va a comunicar con el periodismo”, dijeron a PERFIL desde el juzgado que tiene a su cargo. La llamada de este diario buscaba confirmar el dato de que había retomado sus tareas. “No le puedo dar esa información”, respondió una de sus secretarias.
Sin embargo, desde el Tribunal Superior de Justicia de Entre Ríos aseguraron a PERFIL que el juez Rossi no pidió ampliar su licencia, y que esta semana retomó sus actividades.
Ayer, Rossi estuvo cuatro horas y treinta y cinco minutos en el Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de la ciudad de Gualeguaychú. Se retiró en silencio y en el mismo auto que lo condujo a la mañana. No quiso hablar ni que le sacaran una foto en su despacho.
En la mira. Contra este juez hay cinco pedidos de destitución que fueron presentados ante el Jurado de Enjuiciamiento. Rossi, que había sido visto en público por última vez el mismo día que apareció el cuerpo de Micaela, quedó en el ojo de la tormenta cuando salió a la luz el nombre de Wagner como sospechoso por el crimen de Micaela, la joven de 21 años que apareció violada y estrangulada una semana después de haber desaparecido. Allí se supo que le había otorgado la libertad dos años antes de que concluyera su condena, a pesar de que los informes psicológicos lo desaconsejaban.
La polémica libertad otorgada a Wagner se sumó a otras resoluciones que fueron cuestionadas en su momento, aunque con menor trascendencia que el caso de Wagner.
La fiscal Melisa Ríos, por ejemplo, fue una de las primeras funcionarias que lo criticó. Lo hizo durante el alegato que formuló en el juicio por el asesinato a sangre fría de un hombre de 55 años, ocurrido en julio de 2015. Fue hace más de un año en los tribunales de Concepción del Uruguay.
Ríos no podía entender cómo el acusado se encontraba en libertad cuando todos los informes coincidían en que “era peligroso para sí y para terceros”, algo parecido a lo que sucedió con Wagner. Cristian Eugenio Pesenti (37), alias “Chaleco Moreno”, estaba cumpliendo una condena a cuatro años de prisión por tres casos de robo, abuso de arma y lesiones cuando fue beneficiado por un insólito fallo. Quince días después cometió un crimen.
Miguel Cullen, Guillermo Vartorelli y Alfredo Pérez Galimberti son los abogados que el magistrado eligió para defenderse de todas las acusaciones. “Desde el equipo de abogados que asumimos la defensa, estamos absolutamente convencidos de que Rossi obró conforme a derecho y en un todo de acuerdo a su función”, aseguró Cullen, en el último contacto con este diario.
La tarea no será sencilla. Por lo pronto, el cuestionado juez entrerriano dejó atrás su licencia y regresó a los tribunales de Gualeguaychú, pero con el fantasma del caso Micaela respirándole en la nuca.