En una quinta de la localidad santafesina de Funes funcionaba una de las cocinas de cocaína más grandes del país. Delfín Zacarías (50) junto a su familia producían estupefacientes a gran escala y de un día para otro aumentaron su patrimonio. Se los veía pasear en autos de alta gama y adquirieron propiedades. Ahora son investigados por lavado de dinero.
“La investigación empezó cuando nos informaron de dos movimientos bancarios sospechosos de más de un millón de pesos”, cuentan a PERFIL fuentes de la Unidad de Investigación Financiera (UIF). Está semana el organismo se presentó como querellante en esta causa por lavado de dinero y otras dos bandas narcos de la zona: la de Los Monos y la de Luis Medina.
“Esta organización criminal se estructuraría como una asociación familiar destinada a la producción y posterior venta de estupefacientes, efectuando asimismo, operaciones tendientes a legitimar sus ganancias delictivas”, informó la UIF.
Fue llamativo que entre 2008 y 2009, Zacarías (y su entorno) compró 36 inmuebles, entre terrenos y viviendas. También se hicieron acreedores de “unos cincuenta vehículos”, entre ellos un BMW modelo 2011, un Audi TT modelo 2012, una Ford Ranger y dos motos BMW. “Los miembros de la banda y algunos ‘prestanombres’ adquirieron más de treinta cocheras y una gran cantidad de autos de alta gama. También manejaban dos empresas, las cuales utilizaban para blanquear el dinero ilícito”, explicaron a este diario desde la UIF. Una es la remisería “Frecuencia Urbana” que estaba a nombre de Zacarías y su esposa, y la otra Top Cranes, una inmobiliaria que manejaba Flavia, hija de Delfín. “Ninguno de los investigados en esas actuaciones contaba con el perfil patrimonial para adquirir esos bienes. La UIF detectó que no trabajan en relación de dependencia o se encontraban inscriptos en una categoría muy baja”.
En 2013, los agentes de Drogas Peligrosas de la Federal encontraron un enorme laboratorio en la casa de Zacarías y secuestraron 69 panes con 300 kilos de cocaína, varios kilos de pasta base, 26 bidones con dos mil litros de precursores químicos, y hasta una secadora industrial importada de Alemania.