Si uno quiere ver qué pasa en Rosario, cómo la violencia en sus calles de dirime a los tiros, la mejor radiografía está en la guardia del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, HECA. Un promedio de 10 heridos de arma de fuego por día, que se duplica los fines de semana.
Jorgelina Duarte es jefa de enfermeras del nosocomio más importante de la ciudad y su relato es puro vértigo: “Hoy hubo una amenaza de bomba, en una de las habitaciones hay un hombre que está detenido, ligado al narco, con heridas de arma múltiple, y se revisó más a fondo esa habitación. Acá han venido con heridas líderes de bandas conocidas, las que salen en los diarios. Se les daba el beneficio de estar en habitaciones solos por un tema de seguridad. Una vez entraron dos personas con guardapolvos, haciéndose pasar por médicos y cuando les preguntaron quiénes eran salieron corriendo. Se cerró terapia y se montó una guardia policial. El personal médico ya está acostumbrado, pero vivimos al límite.”
La trabajadora del HECA señala que es urgente más personal de seguridad. “Estamos expuestos a situaciones violentas permanentemente, muchas veces los familiares nos increpan, hay mucho maltrato y no hay personal suficiente que nos ayude a nosotros.”.
El Hospital tiene como director al Dr. Jorge Ignacio Bitar y como Sub directores los doctores Germán Camiletti y Andrea Becherucci. Los delegados aseguran que el diálogo con los responsables es fluido, “de puertas abiertas, ellos están al tanto de nuestros reclamos” El Hospital cuenta con 1200 trabajadores entre el personal médico, enfermeros y administrativos. Justamente, el delegado administrativo, Cacho Parlante, con más de 35 años en el HECA dice que “las situaciones violentas o de tensión se dan en realidad por problemas institucionales, por falta de presupuesto. Tienen que ver con la demora en la atención, en la demora en los informes, una guardia desbordada; hay situaciones difíciles de contener y eso genera agresiones del propio de paciente, cuando hay síndrome de abstinencia es muy complicado. No hay capacitación a los enfermeros o médicos para estas situaciones.”
Ambos delegados coinciden en la urgencia de contar con personal de seguridad. “Podrían estar vestidos de civil, entiendo que el uniforme muchas veces juega en contra, nos ha pasado que, en situaciones extremas, hubo policías con armas largas caminando por el hospital y no está bueno, pero sí podría haber personal vestido de civil.”, agrega la delegada.
Jorgelina Duarte, ingresó por concurso al HECA en 2008, y advierte que “desde el 2016 a esta parte estamos viendo una descomposición del tejido social alarmante. Cada vez son más chicos los que ingresan con heridas, de 14, 16 años…Algunos son sicarios y te ofrecen servicios, ‘si tenés a alguien que quieras matar o ajustar avísame’ me dijo un pibe; hace unos años cobraban 40 mil pesos por el trabajo hoy debe ser el doble. Vemos mucho consumo, alcohol con pastillas es lo más común. Van a los Centros de Salud de los barrios y los aprietan para que le den el blister de clonazepam. Es un problema muy grave, está mal abordado el síndrome de abstinencia. Quisimos armar un Comité de Salud Mental en enfermería, que incluía al paciente, la familia y también a nosotros los enfermeros porque vivimos un estrés tremendo, muchas veces estamos superadas, el 90 por ciento somos enfermeras, muchas madres solteras con chicos a cargo. Harían falta 100 enfermeros más, de esa manera estaríamos más compensados en el trabajo. La población está agresiva y con libertinaje en el consumo de todo tipo, hay muchos casos de coma alcohólicos e intentos de suicidios por consumo de sustancias, el tejido social está roto, hay ausencia de familia.”, describe la delegada.
Los enfermeros del HECA cubren turnos de seis horas por un sueldo que apenas supera los 50 mil pesos. Muchos hacen horas extras o tienen guardias en otros sanatorios u hospitales y están desbordados. La delegada Duarte afirma que “somos unos 350 activos y otros que están de franco o con licencias psiquiátricas. Es muy común entre nosotros lo que se llama Síndrome de Burn Out o Cabeza Quemada. En 2016, un chico quiso pegarme una trompada, quise activar el protocolo para estos casos y advertí que no había nada, nadie se compromete”.
En tanto, para Parlante, delegado administrativo, “hay responsabilidades políticas de gestión, incluso no hay un guardia de salud mental permanente –funciona de 7 a 13—y debería estar las 24 horas. Se dieron situaciones aisladas donde un familiar entra armado y le dice al personal de salud: ‘lo salvas o te mato’. La sociedad está cada vez más violenta y cuando llegan baleados familiares de apellidos de narcos conocidos, la presión es aún mayor.”, señalan. El mismo hospital cuenta con un equipo interdisciplinario integrado por un psiquiatra, asistente social y un acompañante que aborda al chico con herida de arma de fuego y a su familia para que puedan salir de ese círculo y muchos te dicen ‘si salgo me matan”. Es tremendo como cada vez está peor como se vive en nuestra Rosario”, concluye.