Mientras la jueza María Gabriela Lanz espera la respuesta a exhortos enviados a China para trazar la ruta del dinero producto de las actividades criminales desplegadas por las mafias integradas por ciudadanos de ese país en Argentina, un grupo de investigadores chinos aterrizó en Ezeiza para interiorizarse sobre los expedientes que develaron el funcionamiento de bandas vinculadas a las extorsiones, amenazas, homicidios, juego clandestino, prostitución y la trata de personas.
Fuentes del caso indicaron a PERFIL que la situación preocupa a las autoridades en China, debido a que todos esos delitos se cometen contra sus conciudadanos, dueños de supermercados, y que, además, se registraron giros millonarios a bancos del país ancestral. Creen que, por encima del líder de Pixiu, la organización más importante que fue desbaratada a principio de este año (ver infografía), existe un recaudador para Argentina y a nivel regional, a quien buscan identificar.
El 15 de marzo pasado, el superintendente de Investigaciones Criminales del Ministerio de Seguridad de China, Xiaogang Dong, visitó el Departamento Central de la Federal, junto a una delegación compuesta por Ying Ye, superintendente de investigaciones criminales de la Policía de Fujian; Xiang Zheng, jefe de la División de Crimen Organizado, y Tong Li, oficial de Investigaciones Criminales del Ministerio.
El grupo, que fue recibido por el jefe de la federal, Néstor Roncaglia, también estaba compuesto por Xiaolin Wang, Jidong Li y Kan Zhang, consejero político y agregados policiales de la embajada china en Argentina. En el Departamento de Policía se reunieron con el jefe de la División de Defraudaciones y Estafas, Carlos Rodríguez Adrover.
La principal misión de los investigadores extranjeros fue la traducción de 400 cd con escuchas de los miembros de Pixiu, nativos de Fujián. Los detectives locales habían logrado dilucidar las conversaciones que los mafiosos mantenían en mandarín, pero no aquellas que discurrían en fujianés o shaiganés.
“La banda sabía que los traductores que trabajan para la Justicia en Argentina no hablan esos dialectos”, indicaron fuentes de la causa a este diario. De esa manera, podían hablar del monto de las extorsiones, los pagos a sicarios y también dar órdenes para amedrentar a sus víctimas sin la necesidad de utilizar palabras en código.
Por otro lado, Lanz pudo entregarle en mano a Dong los exhortos para acelerar los tiempos. La titular del Juzgado de Instrucción Nº 42 porteño quiere conocer los nombres detrás de giros por casi 8 millones de dólares a China.
Por su lado, el juez federal de Campana Adrián González Charvay también puso a disposición la causa de su juzgado para tratar de llegar al fondo.
En tanto, la Policía continúa buscando al número dos de Pixiu, prófugo, y las distintas facciones pelean por el lugar que dejó “A Di”, el líder de la organización mafiosa más importante que opera en el país.