El sábado pasado cumplieron 300 días encerrados. Desde que fueron detenidos por el brutal asesinato de Fernando Báez Sosa (18), a la salida de un boliche de Villa Gesell, durmieron en los calabozos de la Comisaría 1ª de Pinamar, el penal de Dolores y la Alcaidía Penitenciaria 3 de Melchor Romero, donde actualmente se encuentran desde el 13 de marzo pasado.
Máximo Thomsen (20), Ciro Pertossi (20), Luciano (19) y Lucas Pertossi (21), Enzo Comelli (20), Matías Benicelli (21), Blas Cinalli (19) y Ayrton Viollaz (21) se encuentran en el pabellón 3, separados del resto de la población carcelaria. Tienen un sólo privilegio: nunca compartieron celda con otros detenidos.
Para evitar que puedan ser agredidos, las autoridades del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) decidieron que estén todos juntos, divididos en calabozos contiguos con capacidad para dos detenidos.
La situación en los penales de la provincia es crítica porque el número de detenidos actual duplica la cantidad de plazas. En algunas cárceles hay más de diez presos por celda -e incluso más-, lo que acrecienta las posibilidades de contagio de enfermedades y conflictos personales. Pero los rugbiers no sufren ese problema y, si bien fueron repudiados por la mayoría de los reos cuando llegaron, con el tiempo dejaron de ser insultados cada vez que salían al patio.
Según fuentes penitenciarias, los ex jugadores del Club Náutico Arsenal de Zárate están adaptados a la vida carcelaria y hasta el momento no tuvieron problemas entre ellos ni con los guardias.
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La rutina es como la de todos los presos. De acuerdo a los voceros, la comida que reciben es la misma que los otros internos. Sí, sus familiares suelen llevarle cigarrillos, yerba, ropa y distintos elementos de higiene.
El fin de semana pasado, después de casi ocho meses sin contacto por la cuarentena, los rugbiers volvieron a recibir visitas, aunque con algunas restricciones para evitar un posible contagio de Covid-19.
Los voceros consultados por PERFIL destacaron que "solo pudo ingresar un familiar por interno". El próximo sábado 28 de octubre podrán volver a verlos, porque el régimen de visitas de la nueva normalidad es cada catorce días.
A diferencia de otros reclusos, los rugbiers tienen un solo celular sin acceso a internet que comparten para estar comunicados con sus familiares. Cuando salen al patio lo hacen todos juntos. Algunos caminan, otros trotan o toman sol.
LN / DS