El Diablo, un narco de 46 años que operaba en la zona oeste del conurbano bonaerense, llevaba un nivel de vida imposible de justificar. No registraba ingresos, pero manejaba cuatro autos de alta gama y su casa en Lomas del Mirador estaba en plena etapa de crecimiento. Lo arrestaron el domingo 23 de abril pasado en el barrio porteño de Liniers, después de una investigación que demoró cerca de cuatro años.
La causa, en la que intervino la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), se inició a fines de 2018 con la pista de un grupo de ocasionales consumidores que realizaban pasamanos. En aquel momento, el objetivo central pasaba por identificar los distintos eslabones en la cadena de distribución de la droga.
Profundizando las tareas de inteligencia criminal, que entre otras cosas incluyeron intervenciones telefónicas y seguimientos, los agentes de la PSA lograron recolectar pruebas sobre el circuito de reventa hasta dar con el líder de la organización, un narco peruano de 46 años con domicilio en la localidad de Lomas del Mirador. Lo apodaban “el Diablo”, aunque en algunas escuchas también aparecía con el apodo de “el Tío”.
Según la investigación, la banda del Diablo distribuía cocaína en distintos puntos del Conurbano, pero especialmente en las localidades de Caseros, Hurlingham y Lomas del Mirador. También en algunos barrios de la Ciudad de Buenos Aires.
Entre los presuntos miembros, las fuentes destacaron la figura de un efectivo de la Policía de Buenos Aires, que estaría vinculado a uno de los vendedores de la zona del partido de Tres de Febrero, quien aparentemente colaboraba aportando información calificada sobre posibles operativos o puestos de controles vehiculares.
De acuerdo a los voceros, el Diablo –cuya identidad no fue dada a conocer para no entorpecer la investigación– no tenía trato con la mayoría de los miembros de la banda: solo hablaba y daba directivas a un círculo reducido, entre ellos dos hombres de nacionalidad peruana y una mujer que presuntamente se encargaba de conseguir la droga para luego revenderla.
Un dato que también llamó la atención de los investigadores es que la cocaína que distribuían en el Gran Buenos Aires no la conseguían en los principales centros de distribución de la Ciudad de Buenos Aires, como por ejemplo la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, históricamente vinculada a narcos peruanos. Al parecer, la compraban en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Las fuentes consultadas detallaron que realizaban viajes relámpago a la ciudad de Pergamino. “Salían en micro, estaban unos pocos minutos en Pergamino y regresaban en auto”, explicó un vocero que interviene en la investigación.
Con los principales miembros de la organización identificados, este domingo 24 de abril la PSA interceptó un Peugeot 308 en la zona de Liniers con tres ocupantes, todos de nacionalidad peruana. Uno de ellos era el Diablo.
Al día siguiente, y por orden del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional de Tres de Febrero, a cargo de Alicia Vence, allanaron su domicilio de Lomas de Mirador: tenía un jacuzzi para seis personas, y estaba construyendo una pileta y acondicionando la cocina con una isla de mármol. El Diablo tenía además otros tres autos: un Citroën C4 Lounge, un Toyota Corolla y un VW Passat.
Los voceros señalaron que el Diablo también aparece vinculado a Bhel Bhoy Arbin Santillan Ríos, un sicario peruano que fue detenido en el año 2017 en el barrio porteño de Recoleta. Alias “Servando”, como se lo conoce, tenía causas pendientes por robo agravado y narcotráfico, pero además se lo acusa del asesinato de un oficial de policía de Perú.