POLICIA
funcionaba en el centro de rosario

Los Monos tenían una cocina de drogas a cien metros de una brigada antinarcóticos

Estaba a cargo de Diego Cuello, un falso enemigo de la organización que trabajaba para ellos y fue capturado hace veinte días. Galería de fotos

Torre. Otra cocina funcionaba en un edificio de cale Corrientes.
| Cedoc

“Cue” o  “Cuello”. Así se referían los miembros de Los Monos a uno de sus presuntos rivales en la venta de drogas. Pero una investigación federal demuestra que no lo es. Se trata de Diego Cuello (38), un hombre que había logrado eludir la cárcel en una causa conocida como “narcochacra” gracias a un procedimiento irregular. Absuelto hace dos meses, volvió a ser detenido hace unos 15 días durante un operativo llevado a cabo por la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal, ordenada por el juez Marcelo Bailaque, tras las tareas de investigación coordinadas por el equipo de la Procunar, a cargo de Diego Iglesias y el fiscal Marcelo Degiovanni.

Cuello sería uno de los proveedores de cocaína de la organización narcocriminal liderada por la familia Cantero y que se quedaría con una porción del dinero producto del negocio ilícito. Incluso, creen que su nombre podría llevarlos a los verdaderos jefes de Los Monos, es decir, a los distribuidores de la droga en Rosario y otros puntos del país. La familia Cantero, que comanda el sur de la ciudad, sería sólo un eslabón local de una organización de mayor envergadura.

En una de las propiedades que figuran a su nombre, los federales encontraron cocaína y algunos artefactos que se utilizan para el estiramiento de la droga, por lo que creen que era utilizado como centro de acopio y laboratorio. El departamento está ubicado sobre la calle Dorrego, a unos 100 metros de la Brigada Operativa Departamental de Rosario, una división antinarcóticos de la policía de Santa Fe. Cuello utilizaba ese domicilio con la fachada de oficina pero residía en otra casa con su familia.

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Los federales detectaron mediante escuchas que Cuello se comunicaba con Vanesa Barrios, esposa de Ariel “Guille” Cantero, y que, a pedido de esta última, se encontraba con su tía, Gladis Barrios, prófuga en la causa, para entregarle dinero. En estos diálogos, se desprende que todas las acciones contaban con la supervisión de Celestina Contreras, madre de los hermanos Cantero. Además, Emanuel Chamorro –presunto miembro de la banda y compañero de causa de Guille por el homicidio de Diego Demarre– se refirió a Cuello en algunas llamadas que tuvo con su pareja Jesica Lloán. En estas llamadas se puede deducir que Cuello era el encargado de proveer droga a la banda y hay pruebas que demuestran reuniones entre el dueño del departamento de Dorrego,  Barrios y Lloán.

En una de las escuchas Vanesa Barrios, cumpliendo un rol directivo en la estructura, le dijo a su tía: “Me lo podes mandar a Cuello para acá?”.

Tanto Cantero como Chamorro se comunicaban desde el penal de Piñeiro con sus parejas y daban órdenes sobre la venta de drogas. Ahora los investigadores quieren saber si exisitió complicidad del servicio penitenciario y de la policía provincial.

Cuando Cuello estuvo preso por el decomiso de armas y cocaína en su quinta de Alvear, en noviembre de 2013, un informe de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) de la Policía de Santa Fe señaló que una persona identificada como “Diego” –que no sería otro que Cuello– manejaba el negocio desde la cárcel de Piñero. En las escuchas, difundidas por el diario La Capital, el hombre en cuestión les pedía a sus contactos que debían reunirse “con los de Dorrego”. Sospechaban que se trataba de algún integrante del destacamento provincial ubicado cerca de su departamento. Fue absuelto hace dos meses, junto al resto de los detenidos, luego que se comprobaran irregularidades en el procedimiento ordenado por el juez Juan Carlos Vienna.

En abril de este año, el nombre de Cuello volvió a sonar cuando el vehículo en el que circulaba fue baleado. Fueron 16 balazos que impactaron en su auto VW Gol Trend. El resultó ileso, pero las balas hirieron a sus dos pequeñas hijas.

Un laboratorio en el cuarto piso

El 28 de noviembre pasado, 250 efectivos de la Policía Federal concretaron 44 allanamientos en la ciudad de Rosario, y en las provincias de Chaco y Corrientes.
En uno de los departamentos, ubicado en la calle Corrientes al 1900, encontraron un laboratorio de cocaína en el que, presumiblemente, Hugo “el Viejo” Castagno estiraba la cocaína pura para vender una droga de menor calidad a 90 mil pesos el kilo.

En la edición del domingo pasado, PERFIL mostró el interior del laboratorio, al que los integrantes de la organización llamaban “la cocinita”, que tenía mayor importancia en la elaboración de cocaína  para la banda. Lo curioso es que funcionaba en un cuarto piso.

En las conversaciones captadas por los agentes de Drogas Peligrosas, a cargo del comisario mayor Néstor Roncaglia, “el Viejo” le dio indicaciones sobre la preparación a Daniel Monserrat, un colaborador al que apodaron “Picman”, quizás en referencia al personaje que acompaña a Walter White en la exitosa serie Breaking Bad.

En uno de los diálogos, le señala: “Lo que pasa que ustedes la preparan y hay que dejarla cuatro o cinco días que tome”, en relación con la producción de la droga. Su interlocutor le responde:  “Claro, que absorba todo.  Ni que me mande a una escuela de química para esté practicando.”