POLICIA
a 12 años de su muerte, hablan sus amigos

Los secretos de Alejandro Puccio, el hijo rugbier que murió jurando que era inocente

Era el mayor de cinco hermanos y una persona “querible” y “amorosa”, para su círculo más íntimo. Pero también uno de los integrantes del clan que comandaba su papá Arquímedes y cometían secuestros y asesinatos.

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Alejandro. Era jugador del CASI y fue detenido en agosto de 1985. Luego lo condenaron a perpetua. Foto. Alejandro Puccio (centro) junto a quien era su amigo, Peteco Ventura, hasta que dudó de su inocencia. | cedoc

Alejandro Puccio era una promesa del rugby con una vida social activa y considerada una persona “querible” y “amorosa” por sus amigos. Pero en su casa, en pleno centro de la localidad bonaerense de San Isidro, escondía su otra cara.  Junto con su padre, Arquímedes, fue cómplice y partícipe de secuestro y asesinatos de personas en la década del ochenta, inclusive cercanas a él. El “Clan Puccio” fue desmantelado hace 35 años cuando una de sus víctimas fue rescatada del sótano de la casa familiar. Alejandro fue condenado a perpetua y un año después de recuperar la libertad, murió en soledad. Quienes fueron sus amigos lo recuerdan a 12 años de su muerte. 

“Yo era amiga de Alejandro y Mónica (su novia), yo a Alejandro lo quería mucho, era muy buen amigo y especial. Lo conocí porque estuve de novia durante ocho años con Fernando Venegas, uno de sus amigos más cercanos. Nos hicimos tan amigos, que incluso cuando corté con Fernando, conservamos la amistad”, cuenta a PERFIL Cecilia Arzeno amiga de Alejandro Puccio.

Alex, como le decían, era jugador de rugby de uno de los equipos tradicionales de San Isidro y la camaradería del deporte, que se mantiene hoy en día, fue parte de su vida. Sus amigos más cercanos eran del CASI. Era un joven con potencial como lo afirma uno de sus entrenadores, tanto que llegó al equipo de los Pumas, con quienes realizó una gira para un Sudamericano.

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“Conocí a Alejandro en 1977, yo tenía 23 y él tenía 19, cuando jugamos un partido de rugby; él en el CASI y yo en Newman. Después nos convocaron a los dos para ser parte del plantel de Los Pumas, a partir de allí nos cruzábamos en juegos en contra cada uno para su equipo. Después volvimos a jugar juntos en Los Pumas en el 79. Era un tipo tímido, callado pero muy alegre. Tenía una expresión característica de él; una especie de sonrisa”, afirma Peteco Ventura, antiguo capitán de Los Pumas y amigo de Alejandro, en diálogo con este diario.

"Llega un momento en el que vos te das cuenta de que este tipo estaba metido”, dijo Peteco Ventura.

La primera reacción de Peteco al enterarse de la detención de Alejandro, el 23 de agosto de 1985, fue de sorpresa. “Un sábado yo estaba en un partido del Newman, se me acerca un señor, un padre de un jugador y me dice, ¿Viste lo que pasó con tu amigo Puccio? Y me cuenta que a media noche había sido detenido en su casa por secuestro. Para mí, era impensable”, asegura Ventura.

“Fui a visitarlo a la unidad 22 en la calle Viamonte en frente del Teatro Colón. Él se mostraba como que desconocía todo, y que además era un error. Recuerdo que era un martes y Alejandro me dijo: ‘mañana o pasado mi abogado Florencio Varela, presenta un escrito y creo que el viernes salgo’. Pasó el viernes, pasó el sábado y nunca salió”, relata Ventura, quien hasta el momento no dudaba de su inocencia.

Los días pasaron y la prensa revelaba más información sobre los Puccio. “Sus amigos más cercanos del CASI empezaron a dudar de él, sumado a lo que leías en los diarios, llega un momento en el que vos te das cuenta de que este tipo estaba metido”, comprendió Ventura.

La otra cara. Cecilia recordó una pelea que tuvieron Alejandro y Mónica sobre la paternidad. “Lo busqué y el pregunté por qué no quería tener hijos con Mónica, y me dice que eso era una ridiculez. Más adelante lo entendí todo, él era parte de una trama familiar, una mafia italiana, no quería traer a alguien al mundo para involucrarlo como su padre hizo con él”. 

“Un día le conté a Alejandro que habían secuestrado a Manoukian, no era un tema público, pero yo lo sabía porque mi madre era conocida de la familia y se había enterado. Recuerdo haberle contado a Alejandro mirándolo a la cara, sin haber tenido ninguna reacción”, recuerda Cecilia 

Ricardo Manoukian fue secuestrado el 22 de julio de 1982 y asesinado a tiros. Este es el único caso que se le atribuyó directamente a Alejandro, por ser partícipe del secuestro, al hacer que Ricardo detuviera su auto y posteriormente fuera secuestrado. A la banda le atribuyeron otros tres hechos más (ver aparte). 

“Más adelante, cuando le adjudican el caso, recordé haber estado en Punta del Este en unas vacaciones con Alejandro, en las cuales él estuvo en el barco de los Manoukian. Exactamente ahí hice la conexión y supe que Alejandro no era inocente”, destaca Cecilia.

Alejandro recuperó la libertad en 2007. Pero un año después, murió de neumonía el 27 de junio de 2008, en un hospital de Avellaneda. Según las crónicas de entonces, lo hizo solo. Nadie fue a su velorio. Aunque él repitió una y otra vez que era inocente.

Las víctimas del Clan

Tres hombres y una mujer fueron las víctimas del Clan Puccio. Ricardo Manoukian fue secuestrado el 22 de julio de 1982 y asesinado de tres disparos en la cabeza. Tenía 23 años y era hijo del empresario de los supermercados Tanti. A su familia se le pidieron 250 mil dólares  de rescate. Pero a pesar de pagaron lo solicitado, no recuperó su libertad.

Al año siguiente fue secuestrado Eduardo Aulet. Tenía 25 años, era jugador de rugby e hijo de un empresario. Por su rescate se pidieron 100 mil dólares. Pero al igual que en el caso anterior, se pagó lo solicitado pero igual lo mataron. El cuerpo fue encontrado tres años después, gracias a la confesión de un miembro de la banda. 

El 22 de junio de 1984, el empresario Emilio Naum (38) fue asesinado en un intento fallido de secuestro. Tras oponerse a la retención, recibió un disparo en el pecho dentro de su BMW.

La última víctima fue la empresaria Nélida Bollini de Prado. Tenía 58 años y fue la única sobreviviente. 

La  mujer fue rescatada después de permanecer 32 días cautiva y encadenada. La familia de Bollini pagaba el rescate cuando la policía interceptó la transacción, ahí un miembro de la banda confesó que la víctima estaba en el sótano de los Puccio. Así se puso fin a la banda el 23 de agosto de 1985.