
El maltrato ejercido por adultos hacia los niños y adolescentes es un problema mucho más común de lo que se cree, y mayormente sucede dentro de la propia familia. Se trata de aquel comportamiento de los adultos que produce o puede producir un daño en la integridad o desarrollo del niño.
No solo son los golpes. También son los gritos, los insultos, y la desvalorización, no prestarles atención y no ocuparse de sus necesidades esenciales. Se puede dañar el cuerpo y también las emociones, generando sentimientos de inseguridad, angustia y soledad.
Otra forma grave de maltrato es el abuso sexual infantil. El niño se ve envuelto en actividades sexuales, con contacto corporal o no, ejercidas por alguien de su entorno que representa una figura de autoridad, confianza o dependencia.
En la mayoría de los casos, el maltratador es alguien encargado de cuidar al niño, una persona a la que quiere y respeta.
Desde hace un tiempo, los adultos venimos comprendiendo que los chicos son sujetos de derechos. Sin embargo, no todos aceptan o entienden esto. Hay quienes aún consideran que sus hijos les pertenecen y que pueden tratarlos como quieran.
En su punto extremo el maltrato produce la muerte. Los niños son reducidos a un mero objeto para la satisfacción y el goce del adulto, se ubica a sus cuerpos en un lugar muy cercano al de un resto del cual se podría disponer. En estos casos tenemos que preguntarnos: ¿Se trata solo del accionar de un perverso o el asesinato de un niño implica siempre múltiples desatenciones y vulneraciones previas no detectadas?
Es importante saber que las situaciones de maltrato infantil y abuso, debido a su gravedad, no pueden ser resueltas en el interior de las familias. Se necesita ayuda especializada. En la Ciudad, la Línea 102 es atendida por profesionales preparados para orientar en estos casos. Es gratuita y funciona las 24 horas.
*Presidenta del Consejo de los Derechos del Niño GCBA.