Las ''Narco Pymes'' son organizaciones compuestas por familiares que distribuyen droga en pequeñas cantidades y que usan a sus hijos menores como mulas y de pantalla.
“Choche”, líder de una pequeña organización dedicada a distribuir cocaína en el barrio de Belgrano, disfrutaba de un día familiar en el Shopping Abasto cuando su celular interrumpió, por un momento, la jornada:
NN: eh, acordate que ayer yo te di setecientos, eh. Eh digo que…
“Choche”: ¿Que me diste?
NN: de la deuda, trescientos de la deuda.
“Choche”: pero cual trescientos de la deuda, si ayer tu me diste dos mil pesos.
NN: dos mil pesos te di.
“Coche”: Ya dos mil pesos, y te llevaste siete imbécil.
NN: que gil…, cuando tenes razón, tenes razón. Pero, ¿tenes ahí?
“Choche”: ¡pues claro pee…!
El jefe hablaba de “negocios” con uno de sus cómplices. Una escena cotidiana para sus hijos que presenciaban, incluso, el momento en que “Choche”, de 28 años, trasladaba y vendía la droga junto a pareja. Lo hacían junto otro matrimonio de nacionalidad peruana.
Los cuatro fueron detenidos el 20 de febrero pasado, en una casa que ocupaban en La Tablada. Allí, los efectivos encontraron, con la ayuda de canes detectores de droga, tres panes de cocaína en un armario, 146 bochas para la venta en cajones y bolsos y elementos de fracionamiento en diferentes recovecos de la propiedad. También, dos pistolas Bersa Thunder calibre 22 y 9 mm, dos revólveres calibre 22, 170 municiones calibre 9 mm, 100 balas calibre 22, y 28 municiones 38 "special" y fajos de dinero.
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Un retrato familiar de un reciente viaje a las Cataratas del Iguazú, en Misiones, quedó en la galería de imágenes de uno de los 58 teléfonos celulares y cinco notebooks secuestrados por la División Operaciones de la Dirección de Lucha contra el tráfico y venta ilegal de drogas de la Policía de la Ciudad.
Al frente de la casa, estaban estacionadas la Renault Kangoo y la Ford EcoSport que los narcos habían cargado con espuma en aerosol, parte de la fachada para vender la droga.
Eran los mismos vehículos que utilizaban para hacer la distribución, y lo hacían con, al menos, uno de sus hijos menores como acompañantes, sentados o en brazos de sus madres.
El de “Choche” no es un caso inédito. “Siempre, en menor o en mayor medida en cuanto a la cantidad de integrantes, participan en las bandas familiares de los líderes. Ya nadie lo hace solo. Piden ayuda a sus familiares”, indica a PERFIL un detective que investiga causas narco.
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“Basta con sólo pensar que el principal ladero de Pablo Escobar era su primo. Ocurre por una cuestión de confianza”, agrega otro investigador. “El jefe mete al hijo, a la mujer, al hermano. Empiezan vendiendo seis bolsitas, siguen con un kilo, hasta que no la pueden pilotear más y terminan presos”, agregó.
Las grandes organizaciones también están unidadas a través de lazos sanguineos. El clan Cantero en Rosario, referentes de la banda de Los Monos; César Morán de la Cruz, alias “El Loco César”, y a Marco Estrada Gonzáles, en la 1-11-14, son algunos ejemplos de clanes enteros que, dedicados al narcomenudeo, se transformaron en organizaciones narco territoriales, difíciles de desbaratar, principalmente, por la cantidad de familiares involucrados. “Es como un pulpo, le cortas un tentáculo y sale otro”, suele decir el fiscal federal Diego Luciani sobre el fenómeno.
“Usan a los hijos como estrategia. Creen que llevandolos en brazos mientras venden, los hace menos sospechosos. Le meten droga hasta en los pañales. Son conductas muy típicas en los barrios de emergencia”, ilustra una fuente que que recuerda el caso de “las tigresas peruanas”, dos hermanas que, bajo la fachada un resto de tamales en el barrio de Once, vendían cocaína a sus clientes. También usaban a sus hijos como mulas para traer la droga de Bolivia.