Néstor Hirtz solía andar a caballo por las afueras del pueblo. Y casi siempre con la boina, el poncho y las clásicas botas de potro que caracterizan a los hombres de campo. Cuesta imaginar cómo ahora este estanciero de 66 años, que el domingo pasado mató al amigo de su hijo en la ciudad bonaerense de Tapalqué, se adaptará a la vida carcelaria. La de hoy será la primera noche que pase encerrado en la celda de un penal de máxima seguridad. Por una cuestión de proximidad, el juez de garantías Federico Barbena dispuso su alojamiento en la temida cárcel de Sierra Chica, recordada por el sangriento motín de la Semana Santa de marzo de 1996.
Hirtz fue procesado por el delito de “homicidio agravado por el uso de arma”, que prevé una condena de entre 10 a 25 años de cárcel. Gabriel Di Gulio, el abogado que lo asesoró en las primeras horas de detención y que hoy renunció a su defensa, contó que el acusado “está muy afectado” por el caso y que por ese motivo se negó a ser indagado por el fiscal Marcelo Fernández.
El estanciero, al igual que su hijo Estanislao (20), hablaron de una “joda” que terminó mal, aunque el principal testigo que declaró en la causa solo recuerda haber escuchado un disparo en medio de la noche cuando la víctima, Tomás Echegaray (26), estaba en la puerta de la casa de su amigo, ubicada en la calle Luis Brane N°36, entre Alem y Almafuerte. “Me mandé la cagada. Le quise hacer una joda y le pegué el tiro”, le habría dicho el acusado a los policías que llegaron a su casa, en una confesión que no tiene validez judicial.
¿Qué pasó esa noche? Según el expediente judicial, a las 2.30 de la madrugada Tomás y Juan de la Rosa pasaron a buscar a Estanislao por su domicilio. Llegaron en la camioneta Toyota Hillux de la víctima y ambos caminaron hacia la puerta. “No recuerdo si Tomás tocó la puerta o la abrió”, declaró De la Rosa. Lo que sí señaló es que escuchó “un estruendo” y que automáticamente se tiró al piso. Cuando se reincorporó vio que su amigo tenía una “herida importante” en el abdomen. En ningún momento mencionó lo de la supuesta broma, un dato que alimenta las dudas que tienen los investigadores.
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La versión del acusado plantea un hecho desgraciado. Dice que recibió a los amigos de su hijo con un rociador de alcohol en gel en una mano y un revólver en la otra. Y que cuando fue a su encuentro se le escapó el tiro.
Hirtz empuñaba un arma marca Smirth & Wesson calibre .44 Magnum que fue secuestrada por la Policía. A su favor puede decirse que no escapó y que incluso se presentó en el hospital para interiorizarse del estado de salud de Tomás.
En el centro médico, su hijo Estanislao “expresó espontáneamente que su papá quiso ‘hacer una joda’ y se le escapó el disparo”, según consta en el expediente judicial.
El juez del caso, en la resolución, explica que la conducta de Hirtz “es indiscutidamente encuadrable en la figura de homicidio simple previsto” descartando la posibilidad de un hecho culposo, y entiende que "no caben dudas” que el acusado “estaba en innegables condiciones de conocer el riesgo que implicaba su conducta, no sólo por apuntar con un arma a corta distancia contra una persona que había concurrido a su vivienda, sino por apretar el gatillo que dio inicio a la acción de desarrojo del proyectil que ingresó en zonas vitales del cuerpo del joven Echegaray ocasionando que horas después perdiera su vida”.
La víctima era hermano de Juan Echegaray, presidente del bloque de concejales de Juntos por el Cambio y jugaba en Atlético Tapalqué, el equipo local que integra la Liga de Fútbol de Azul, y que lo despidió con un sentido mensaje en su cuenta de Facebook: "Nacido y criado en el Club, jugador, hincha y colaborador de la Escuelita a Primera. Hoy nos dejas. Tu partida se hace sentir. ¡Eternamente agradecido! ¡Vuela alto Tomás!”.
Hirtz y su esposa son los dueños de la estancia “Las Yerbas”, ubicada en la zona de Cuartel X, una de las más conocidas de la zona por su tradición gauchesca y destacada en 2010 gracias a un informe que realizó la revista estadounidense Range. Pero desde el domingo éste estanciero de 66 años será recordado por un crimen que sacudió a un pueblo de 10 mil habitantes, poco habituado a esta clase de hechos criminales.
LN / DS
