Mientras crecen los esfuerzos por aumentar los controles fronterisos y los operativos de las fuerzas de seguridad se ponen más difíciles de superar, los delincuentes, como ocurre en todas partes del mundo, inventan nuevos mecanismos para poder traficar distintos tipos de sustancias por los espacios controlados. Sin embargo, no todos los que ingresan al país son narcotraficantes por lo que la rigurosidad de sospechar del más mínimo detalle, muchas veces, pude poner en ridículo a quienes realizan los retenes migratorios como pasó con César Rodríguez Carrillo.
Taxista y ciudadano chileno de 46 años, Carrillo estuvo 17 días detenido en la provincia de Neuquén, acusado de haber llevado cocaína líquida en 11 envases de color negro cuando viajaba de Zapala a Temuco. Un error grave que le costó muy caro: el contenido de los frascos era champú y, según publica Clarín, los envases eran para el spa de una amiga del conductor que, a modo de indemnización, pidió un millón de dólares.
“Me arruinaron. Nunca había estado preso, nunca había tenido un problema judicial”, asegura Carrillo.
Todo comenzó cuando cuando hace un año intentó cruzar la frontera por el paso internacional Pino Hachado (en la zona de Zapala) hacia Temuco. En su auto marca Hyundai Accent RB (tiene tres iguales porque los trabajaba en una remisería), los gendarmes vieron un paquete sospechoso. A pesar de que inmediatamente los oficiales pidieron ayuda a "Oby", un perro detector de antinarcóticos que según asegura Carrillo "olfateó pero ni reaccionó”, los agentes de la Aduana/AFIP abrieron la caja y confirmaron su errónea teoría: era cocaína en estado líquido.
Para eliminar dudas, según trascendió, desde Gendarmería se encargaron de ver los reactivos y corroborar lo mismo. Las pruebas dieron que no era un producto para el cabello sino droga.
Rodríguez Carrillo estuvo un día detenido e incomunicado en una oficina y los 16 restantes los pasó en un calabozo de la Gendarmería, en Zapala. Él insistía que era champú, un producto mucho más económico en la Argentina que en Chile, por lo que era habitual que en el spa lo compraran y lo mandaran a él a buscarlo.
Pero estar detenido privado de la libertad por ser acusado de narcotraficante no fue sólo lo que tuvo que afrontar el taxista. Por esta acusación, según cuenta, la empresa de remisería para la que trabajaba le rescindió el contrato por lo que tuvo que vender dos de sus autos y ahora se le generó una deuda en el banco de, aproximadamente, 400 mil pesos argentinos.
“Es considerablemente poco comparándolo con llevar el caso a un tribunal internacional”, dice al romper el silencio a casi un año desde el hecho.
Tras el incidente, su abogado defensor, Gabriel Rouret, solicitó la contraprueba a los resultados obtenidos en la frontera y allí se constató que había sido un lamentable error. La keratina en estos productos había alentado la confusión de las pruebas.
“Vinieron carabineros a revisar mi casa en Chile, en busca de droga, mientras estaba detenido. Hasta tenía mi teléfono intervenido”, agrega Carrillo. “Cuando me excarcelaron, me entregaron un papel firmado por la jueza. Ese documento decía que yo estaba libre, pero no que los resultados eran negativos para las pruebas. En ningún caso indicaba que yo no era un narcotraficante”, se queja.