El círculo de sospechosos detrás del triple narcofemicidio de Florencio Varela parece cerrarse. A tres semanas del hecho, la investigación comenzó a develar con mayor claridad cómo funcionaba la estructura narco que derivó en los asesinatos de Morena, Lara y Brenda.
Ayer, el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, confirmó que los nueve acusados –entre ellos, tres prófugos con pedido de captura internacional– fueron ubicados en la casa donde ocurrieron los crímenes, gracias a los datos aportados por testigos e imputados, cámaras de seguridad y registros telefónicos.
“Se los ubica en la escena del crimen en Florencio Varela. Este es un dato muy importante, porque le da una solvencia de evidencia a la causa, fundamental para avanzar con las condenas”, sostuvo Alonso, en una entrevista con Radio con Vos.
El ministro explicó que el jueves y el viernes pasados se realizaron tareas conjuntas entre la DDI bonaerense, la fiscalía y la Policía de la Ciudad, que permitieron reconstruir el recorrido de dos vehículos –una camioneta Volkswagen Fox y una Chevrolet Tracker blanca– antes y después del crimen.
Esa reconstrucción, detalló, fue posible gracias al anillo digital de la Ciudad de Buenos Aires y a los registros de antenas de telefonía celular. Los investigadores detectaron que los teléfonos de las víctimas se apagaron en el barrio porteño de Barracas, coincidiendo con el ingreso de los vehículos a la Ciudad luego de regresar de Florencio Varela.
“El cruce de cámaras y celulares nos permite ubicar los teléfonos de las víctimas dentro del vehículo que vuelve a Buenos Aires. Las señales se apagan en el mismo momento en que las camionetas entran al barrio 21-24”, señaló Alonso.
Según el funcionario, los datos obtenidos ubican tanto a los detenidos en Argentina como a los prófugos que habrían escapado a Perú en la misma escena del crimen. Entre ellos se encuentran el Loco David (también conocido como el Tarta), Alex –la pareja de Florencia Ibáñez, una de las detenidas– y Manuel “Chuma” Valverde Rodríguez, tío de Pequeño J, un joven que aparece mencionado como pieza clave en la estructura.
“Los nueve estaban en la casa donde mataron a las tres chicas”, confirmó Alonso.
El móvil. Alonso reveló también detalles sobre el papel de los prófugos en la organización. Y de sus antecedentes. Alex, de nacionalidad peruana, tiene un pedido de captura internacional. Estuvo preso en la Argentina por delitos vinculados al narcotráfico y quedó en libertad durante la pandemia, cuando Perú no solicitó su extradición.
“Esa persona sería, dentro de la estructura, alguien importante. Es quien se encargaba de conseguir la cocaína, traerla al país y organizar la distribución”, explicó Alonso.
Junto a Alex se menciona a Chuma Valverde, otro ciudadano peruano con antecedentes de integrar bandas criminales, y al Loco David, a quien las tareas de inteligencia ubican como uno de los ejecutores del crimen.
De acuerdo con las declaraciones de Celeste, otra de las detenidas por el caso, la banda estaba conformada por distintos grupos que operaban en Florencio Varela y el Bajo Flores. Pequeño J, por ejemplo, manejaba alrededor de diez kilos de cocaína, que distribuía en dosis pequeñas a través de vendedores callejeros. Alex, en cambio, manejaba volúmenes mucho mayores y controlaba a varios operadores, como Pequeño J.
Tanto Celeste como Florencia –la novia de Alex– coincidieron en sus testimonios sobre el móvil del crimen. Según ambas, las víctimas fueron ejecutadas como castigo por haber filtrado información a una banda rival, que logró robar un cargamento de cocaína perteneciente a Alex.
“El móvil que todos los testimonios señalan es que a Alex le robaron droga, y alguna de las chicas habría facilitado información sobre ese cargamento”, explicó el ministro.
Aunque la cantidad de droga robada varía según las declaraciones, Alonso confirmó que el monto en disputa era considerable. “No sabemos si fueron trescientos kilos o menos, pero era un cargamento importante dentro de la estructura”, dijo.
Las declaraciones que delataron a los narcos
R.P.
Tres voces –la de Sabrina Mara del Castillo, madre de Morena Verdi, y las de los detenidos Celeste González Guerrero y Ariel Giménez– reconstruyeron con crudeza los momentos previos y posteriores al crimen.
“Todo empezó porque Lara supo algo que no debía. Se lo contó a un novio o a un ex, y a partir de ahí todo se complicó”, declaró Sabrina del Castillo ante el fiscal Adrián Arribas. La mujer aseguró que la menor del grupo, Lara Gutiérrez, fue el objetivo central del ataque por haber accedido a información sobre una disputa narco.
Por su parte, Celeste González Guerrero, una de las detenidas, apuntó directamente contra su pareja, Miguel Villanueva Silva, y reveló el trasfondo económico del crimen: “Alguien pagó un millón de dólares para matar a las tres chicas”. En su declaración describió cómo engañaron a las víctimas con la promesa de una fiesta: “Las chicas bajaron sonrientes, se las veía como engañadas, que venían a una fiesta”.
El tercer testimonio clave fue el de Ariel Giménez, acusado de haber cavado el pozo donde enterraron los cuerpos. “Lo hice por droga y por plata”, reconoció ante el fiscal.