Dos ladrones entraron a robar a su casa. Sacó una de sus armas para defenderse. Pero la secuencia terminó con un confuso enfrentamiento entre la víctima y los policías que llegaron al lugar tras el alerta al 911. El médico, dueño de la casa, recibió un disparo mortal en su abdomen. El que gatilló fue uno de los oficiales, que quedó detenido.
Ricardo Raúl Tassara tenía 64 años, era médico homeópata y tenía dos hijas. Vivía solo en una casa de la calle Arenales al 100, en la localidad de Burzaco, al sur del conurbano bonaerense. Pero ayer a la madrugada fue sorprendido por dos delincuentes.
Tassara tenía armas en su casa y practicaba tiro. Al parecer, apuntó contra los ladrones e hirió a uno de ellos, aunque ambos se dieron a la fuga. Enseguida, le mandó un mensaje de audio a su pareja para contarle lo que había pasado.
“Estaban adentro de casa. Lo agarré a uno, lo cagué a cañazos. Bueno, menos mal que vine rápido. Mirá cómo quedó el fierro”, concluye el mensaje.
El médico tenía en su mano una pistola Bersa calibre 22. Pero la secuencia no terminó allí y continuaría con un final trágico.
El auto VW Gol Trend del doctor estaba estacionado en la entrada de la casa. Aún tenía la llave de encendido puesta. La puerta de la vivienda estaba abierta. Es ese momento llegan dos oficiales de la Policía Bonaerense que habían sido alertados por un llamado al 911 por una supuesta entradera en esa propiedad.
Al ingresar, el oficial, identificado como Horacio Elías Godoy (31), le dispara en el abdomen al confundirlo con un ladrón. El médico tenía el arma en sus manos y les apuntó, según la versión oficial.
A los tiros. Según la versión oficial, los policías “emitieron la voz de alto” para que el hombre tirase el arma al suelo, “orden que no fue acatada por el sujeto”.
“Seguidamente, uno de los oficiales efectuó un disparo que le ocasionó la muerte al hombre armado, quien era el dueño de casa. Acababa de sufrir un asalto, pero había echado a los ladrones a punta de pistola, incluso había herido a uno. Quizá por efecto del shock nunca bajó el arma cuando entró la policía y estos creyeron que era un delincuente”, se detalló.
La pareja del médico se hizo presente en el lugar e informó que Tassara le había dicho que “se había resistido a un asalto” y que “había herido a los delincuentes”. A los pocos minutos, los asaltantes fueron detenidos por la zona del hecho.
Al estar involucrado en el asesinato un efectivo de la Bonaerense, personal de Gendarmería Nacional y la Policía Científica se encargaron de realizar las pericias.
El oficial que disparó quedó detenido a disposición de la Justicia y desafectado de la fuerza por parte de la Auditoría General de Asuntos Internos. “El resto de la comisión policial está con sumario”, se informó desde el Ministerio de Seguridad Bonaerense. Godoy es policía desde hace siete años y tiene dos hijos menores de edad.
En la propiedad del médico homeópata se encontraron ocho armas. Una pistola Bersa calibre 22 es la que utilizó para defenderse de los asaltantes y quedó manchada con sangre. Además, los peritos hallaron un pistolón sin marca visible, dos revólveres calibres 38 y 357, tres escopetas (una de doble caño y las otras calibre 16), un rifle y uno de aire comprimido.
Conmoción. “Escuché dos tiros, alrededor de la una de la madrugada. Mi marido me dijo que no saliera”, cuenta a PERFIL una vecina del médico asesinado. “Acá es común escuchar disparos, pero un poco más lejos. Esta vez sonaron muy cerca. Después nos enteramos de que habían matado a Ricardo”, se lamenta la mujer, que vive a la vuelta del lugar donde se produjo el crimen. Los vecinos contaron que el médico ya había sufrido un robo violento hace un tiempo y que el hombre que vive al lado perdió una pierna producto de un disparo que recibió de un delincuente en un intento de robo. “Mi marido decidió comprar un arma para defendernos, pero después a mí me daba miedo tener una pistola en casa y fuimos tirando a la basura las distintas partes para deshacernos de ella”, cuenta.
“Los robos son frecuentes acá. Antes solo teníamos la pared baja y ahora tuvimos que reforzar todas las aberturas con rejas y tener cuidado cada vez que entramos y salimos de la casa”, relata María a este diario. Los vecinos conocían que el médico tenía armas, era un aficionado a la caza y la pesca (ver aparte).
La madre de las dos hijas de Tassara dijo a la prensa que “era un excelente padre” y se mostró conmocionada por lo sucedido. Los vecinos del médico lo describieron como una “muy buena persona”, atenta y que vivía allí desde hacía mucho tiempo.
Por su parte, Octavio, un ahijado del médico, escribió en las redes sociales: “El padrino más loco y copado que un ahijado puede tener, descansá en paz loco. Te quiero y siempre me voy a acordar de vos Ricardo Tassara. Que los milicos estos paguen, otarios”.
“Ricardo, a una señal de alto, hubiera reaccionado bien. Me parece que se cometió una injusticia”, destacó el joven a Télam; así puso en duda la versión de los policías. Además, destacó que “tenía la tenencia y la portación de las armas” que guardaba en su casa. Y concluyó: “Era un tipo que tenía mucha experiencia en armas, sabía de caza, varias veces lo quisieron asaltar y él se defendió siempre”.
“Si uno tiene un arma, no tiene temor”
El médico asesinado por la policía, que lo confundió con un ladrón, era aficionado a las armas. Le gustaba la caza y practicaba tiro. En una mesita de luz, los peritos encontraron una de las pistolas y en una caja negra había otra. En total hallaron ocho. “Nosotros íbamos a practicar tiro al polígono”, cuenta un amigo de Ricardo Tassara y confirma la pasión que ambos tenían por las armas.
“Creo que a él le dispararon antes de dar la voz de alto, por eso entiendo que no se pudo defender”, opinó Henry.
Dos delincuentes habían ingresado ayer a su casa sobre la calle Arenales, en Burzaco, y el médico se defendió a los tiros. Los asaltantes huyeron, pero luego el médico terminó herido de muerte por el tiro que disparó uno de los policías que habían llegado al lugar tras un llamado al 911.
Según su amigo, que vive a una cuadra de donde se produjo el asesinato, la víctima no tenía miedo a los robos aunque ya había sido víctima de otros asaltos. “Si uno tiene un arma, no tiene temor”, sentenció Henry.