POLICIA
un criminal espontaneo que actuo con furia

"Willy", el funerario filicida que mató a su hija y enterró el cuerpo

Le clavó un cuchillo en el cuello y arrojó el cadáver en un pozo que cavó en el patio de la casa que compartían en Villa Tesei. Se hizo cargo de su nieta y continuó con su vida como si nada hubiese pasado.

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Otros tiempos. Una foto que muestra a la familia entera disfrutando de un desayuno en una reconocida cafetería, no mucho antes del horrendo asesinato. | cedoc

Ricardo Barreda, Adriana Cruz, Marcelo Maidana y Willy Palacios tienen un punto en común, por el que integran la lista de la crónica policial argentina: asesinaron a sus hijos, convirtiéndose en filicidas. Sus motivaciones fueron variadas, como su ejecución, y para intentar entender los mecanismos que rigen estas mentes criminales hasta el extremo de matar a sus propios descendientes, PERFIL entrevistó a distintos especialistas.

El último episodio fue protagonizado por Willy Palacios, un hombre de 62 años que en el  marco de una discusión degolló y enterró a su hija de 30 en el patio de la casa que compartían en Villa Tesei, en el partido de Hurlingham. Sin inmutarse, convivió un mes con el cadáver, mientras continuaba con su vida como si nada pasara y les decía a los allegados de la joven, Ariana, que se había marchado para empezar de cero en otro lugar. Finalmente, terminó por confesarle el hecho a otro de sus hijos, fue arrestado y hoy afronta cargos por los delitos de “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por femicidio”.

La perfiladora criminal María Laura Quiñones Urquiza opinó que “puede haber distintos motivos por los que un padre mate a un hijo. En los neonaticidios hay cuestiones químicas que a veces tienen que ver con psicosis posparto, pero también hay casos en los que el disparador puede ser el resentimiento  o la competencia, o un femicidio vinculado, que es cuando se ataca al hijo para lastimar en verdad a su pareja. En España, José Bretón asesinó a sus niños para vengarse de su mujer, y en Argentina ocurrió algo similar con Adriana Cruz, que ahogó al suyo en un jacuzzi. Otros factores pueden estar relacionados con el contexto, y a veces son filicidios ocurridos durante una riña, por el fervor y la furia del momento”.

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El caso de Ariana está enmarcado en el último de los ejemplos, de acuerdo con su propio padre, quien admitió que discutieron el 28 de agosto luego de encontrarla a ella llorando porque se había peleado con el novio por teléfono. Según las palabras vertidas ante el fiscal de la causa, él le recriminó la relación y le dijo que lo dejara. Forcejearon y, armado con una cuchilla, le aplicó tres heridas punzocortantes en el cuello, seccionándole la carótida.

Sepultada con la cuchilla. Para Quiñones Urquiza, el uso de la cuchilla “estaría relacionado a que es un arma de fácil acceso, lo que podría hablar también de la espontaneidad del hecho”.

Un detalle que llamó la atención fue que el hombre enterró el cuerpo aún con la cuchilla clavada en el cuello, y para la criminóloga una de las teorías más firmes para explicar eso es que “el lugar donde se produjeron las puñaladas es de un sangrado profuso y haberla quitado hubiese favorecido la profusión de sangre”, lo que hubiera generado manchas hemáticas considerables que, pese a un correcto lavado, serían detectadas por las fuerzas de seguridad.

Los restos de la joven, madre de una nena de 5 años, fueron hallados sepultados el lunes en el patio del domicilio donde vivía, en un sector rodeado de plantas. Willy relató que lo dejó allí, tapado a su vez “con unos plásticos”, porque solo él transitaba por ese lugar.

La mecánica de no deshacerse del cadáver en otro sitio también orienta a pensar en una acción criminal espontánea. De acuerdo con la profesional, este detalle se relaciona “con no tener una logística posterior para ocultar el cuerpo y descartarlo en otro lugar, incluso trucidarlo. Era más fácil ocultarlo adentro de la casa, evitando así posibles testigos que habitualmente concurrían al domicilio, como otros familiares, amigos o el novio”.

El asesinato ocurrió el 28 de agosto, cuando víctima y victimario se hallaban solos, y los restos fueron encontrados el 30 de septiembre. En todo ese tiempo, el hombre intentó hacer pasar la desaparición como una elección voluntaria y brindó ante los allegados de la chica diferentes argumentos. Al novio le pidió que se alejara porque estaba conociendo a otra persona, mientras que a las amigas les dijo que se había ido a trabajar al interior, además de aclarar que no podían comunicarse con ella porque se le había roto el celular.

“Desviar la investigación es algo que está orientado a un escape efectivo, es una cuestión básica del modus operandi. Es un sentido práctico que tiene un propósito de impunidad”, destacó María Laura, y acerca del empleo del imputado en una funeraria porteña reseñó que al estar acostumbrado a trabajar con la muerte puede llevar a que la vea de otra manera.

¿Inimputables? Mucho se habla en hechos de estas características de la presunta inimputabilidad del filicida, pero en la mayoría de los casos comprenden la criminalidad de sus actos y actúan motivados por otros factores.

El psiquiatra José Luis Fernández argumentó que “estas aberraciones no tienen por qué provenir sólo de personas enfermas, sino de aquellas que buscan vengarse. Esto no tiene nada que ver con un enfermo mental. Son conscientes de lo que hacen y del daño que provocan con ello”.

Por su parte, un estudio publicado en BMC Psychiatry reza que “los filicidas no suelen estar borrachos mientras cometen el homicidio, tienen menos antecedentes criminales que el resto de los asesinos, tienen empleos estables y no son sociópatas”. Todas ellas, características que posee Willy Palacios.

 

La denuncia de una amiga

Contrariamente a como ocurre en estos casos, la denuncia por la desaparición no la hizo la familia sino una amiga de Ariana, extrañada ante su repentina ausencia y los mensajes vía WhatsApp que enviaba a algunos de sus amigos, con un tono distinto a los que comúnmente mandaba. La Justicia investiga ahora el papel que tuvo la madre de la joven como posible encubridora.

Tras un mes conviviendo con el cadáver, su padre terminó confesándole el hecho a otro hijo suyo, de 34 años. ¿Pudo haber sentido culpa?

Quiñones Urquiza lo explicó: “La furia y el enojo que tenía con respecto a la hija, que fue descargada con el homicidio, con el tiempo se hubiese transformado en alguna cuestión relacionada con el remordimiento”.

Y añadió que “no es lo mismo arrepentirse que sentir remordimiento. El arrepentimiento puede estar también relacionado con algo que no tiene que ver con la empatía con el otro. Por ejemplo, muchos presos siempre dicen que están arrepentidos, pero está más orientado a que pudieron haber evitado los actos que hicieron y los llevaron a ese lugar. El arrepentimiento es algo más superficial, mientras que el remordimiento es mucho más profundo”.