Desde 2012, ningún embajador/a que haya intentado presentar sus cartas credenciales fue recibido/a por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien de esta manera rompió una larga tradición diplomática. La entonces mandataria había delegado la tarea en su vicepresidente Amado Boudou y en ocasiones en su canciller Héctor Timerman. Néstor Kirchner se había comportado de similar manera al traspasar la responsabilidad a su vice Daniel Scioli.
La historia reciente y antigua mostró que los jefes de Estado del mundo, sean presidentes, primeros ministros o reyes (o inclusive el Papa), se encargaron de recibir en persona a los embajadores, a los cuales previamente se les concedió el 'plácet' correspondiente que les habilitó a encabezar la misión diplomática. Ejemplos sobran: desde George Bush a Héctor Timerman, hasta François Hollande al flamante Jorge Faurie, quien fue designado en diciembre pasado pero que recién pudo presentarse ante el presidente francés a fines de julio luego de que la embajadora kirchnerista Maria del Carmen Squeff abandonara su atrincheramiento en París.
El mundo se rige por normas que se encuentran enmarcadas en el Derecho Internacional Público, entre ellos los tratados y la "costumbre internacional". En lo que respecta al derecho diplomático propiamente dicho, una de las fuentes principales es la "Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas" (1961), de la cual Argentina es Estado parte signatario.
Las "cartas credenciales" son documentos protocolarios dirigidos desde el Jefe de Estado de un país hacia el Jefe de Estado del país receptor de la nueva misión diplomática. Sin embargo, el artículo 13 de la convención mencionada anteriormente consigna que "se considerará que el jefe de misión ha asumido sus funciones en el Estado receptor desde el momento en que haya presentado sus cartas credenciales (...) al Ministerio de Relaciones Exteriores, o al Ministerio que se haya convenido, según la práctica en vigor en el Estado receptor, que deberá aplicarse de manera uniforme".
De esto se desprende que la presunta falta que la ex Presidenta pudiera haber cometido recae exclusivamente en el campo de la tradición y los usos y costumbres del protocolo diplomático, lo cual no es poco en el contexto en que se mueven las relaciones internacionales en donde un único gesto a destiempo puede provocar el enfriamiento de un vínculo provechoso.
El 10 de abril de 2012 fue la última vez que Casa Rosada anunció el arribo de una serie de embajadores los cuales fueron recibidos personalmente por el Jefe de Estado. Cristina Kirchner recibió entonces las cartas credenciales del nuncio monseñor Emil Tscherrig, y los embajdores de Australia, Japón, España, Marruecos, Colombia, Corea, Georgia, Grecia, Honduras, Macedonia, y Portugal. Todos los restantes fueron recibidos en los años subsiguientes por el vicepresidente. Boudou, quien no paraba de acumular causas judiciales en su contra, fue la primera impresión de un funcionario argentino que percibieron los enviados extranjeros.
Esta suerte de recepción de "segunda línea" fue discontinuada por el nuevo Gobierno. Desde que asumió en 2015 hasta ayer, el actual presidente Mauricio Macri recibió en Casa de Gobierno a los flamantes embajadores de Nicaragua, Costa Rica, Paraguay, Grecia, Gran Bretaña, India, Israel, Islandia, Singapur, Sudán, Malí, Mongolia, Djibouti, Emiratos Árabes, Rumania, Noruega, Eslovenia, Polonia, Serbia, Nueva Zelandia y de la Unión Europea.
El trato con las más de 90 representaciones diplomáticas retornó a su carriles habituales, desde aquél brindis inicial de febrero en que el Presidente invitó a todos los representantes de Estados al Palacio San Martín a un brindis de bienvenida. La expectativa por el progreso de Argentina -un ingrediante para nada despreciable en el círculo internacional- es mirado de cerca por todas esas casas diplomáticas.