El Homo Perplejo entró en tirabuzón. Mundial o local no sabe de que viene la cosa. Lo deshace un tsunami invisible. Dos más dos son cinco. Lo blanco es negro. Una elección un bingo. Chau memoria, compromiso, utopía. Hasta hace poco sobraban respuestas. Hoy no hay preguntas. Símbolos, signos y señales mudaron de sentido. El estupor es la forma autista del asombro. Al país de los zombies piolas lo envuelve un apestoso olor a medioevo. Oradores de feria. Democracia “oulet” . República “sale” El arte se menemizó. Lo banal se canonizó. La estupidez nos lleva puestos.
Aquí y en donde sea los dislates de la época dejan tendal de boquiabiertos. En Alemania (Stuttgart) un actor holandés (Heesters) de 115 años (sic) encarna a ¡Dios! (sic). En Argentina (Mendoza) vendedores ambulantes africanos contratados en calles porteñas forman el Regimiento 8 de Esclavos negros que rueda un telefilm sobre el cruce de los Andes por San Martín. En Pekín (China) trasladan a soporte de comedia musical “El capital” de Marx (sic). Tras “Oliver” de Dickens y “Los miserables” de Hugo, tocóle al copioso y barbado Karl. Primer acto: obreros sospechan hay gato encerrado. Segundo: ya avispados descubren que (nada por aquí, nada por allá) el patrón se queda con tajada extra que es de ellos. Lo que llevó a las barricadas a las masas del siglo pasado encuentra didáctica salida ideológica en la fantasía china. Los huesitos de Brecht pegan saltitos de protesta. ¿A qué actriz le darán el papel de la perversa Plusvalía? ¿La llamarán a Nacha?
La historia se dispara con zancadas de siete leguas y nosotros (como podemos) tortugueamos detrás. Al mundo le falta un tornillo (y a nosotros una ferretería) No hay pregunta que nos persiga más que la que busca saber que nos deparará el futuro en los próximos cinco minutos. Esto es, ya. En la gran volteada de la razón hasta el tiempo se nos desarticuló. Borramos pasado. Sufrimos presente. No vemos futuro. A esta pregunta sigue otra, de igual misterio: cual será el político capaz de ponerle aloe vera al llagado cuerpo del país y el cascabel a tantos gatos. Al estilo de los viejos circos “los fenomenales artistas que usted nunca vió” arriban de sopetón donde sea y por un rato besan niños, plantan carromatos y desacomodan la costumbre de la población. Cada uno hace gala del verbo que más le va. Scioli fantasea. Carrio catequiza. Narváez ríe. Juez divierte. Kirchner mandonea. Prat Gay analiza. Stolbizer educa. Solanas denuncia. Micheti repite. Poseen un aguante espectacular. Comen regular, duermen mal y hablan peor. Pasan los días y la kilométrica gira se pone más espesa y delirante. Pensar que solo se trata de mostrar como cada cual organizaría la vida social y atendería la fragilidad.
De como legislaría para resguardar el Nosotros incluyendo el Debe y el Haber públicos junto a los Derechos Humanos primarios. Los “artistas” en campaña apenas si tratan estos Temas. No tienen idea de cómo se vive en el sitio al que arriban. Tampoco la tienen de ellos los desolados habitantes que se agolpan en las gradas del circo que alzó el intendente. Desconfían de sus caras. Las de la TV parecen más humanas.
(*) Especial para Perfil.com