Otra vez los números. Cada vez que faltan palabras, proliferan los números. No tenemos análisis profundos, no sabemos lo que está pasando, pero siempre tendremos encuestas exprés, estadísticas, y gráficos de colores.
Voy a tomar un ejemplo muy concreto: la imagen positiva de Alberto Fernández. Aunque ha perdido algunos puntos en el último tiempo, desde que se inició la pandemia, sus números son consistentemente buenos. En imagen positiva, aventaja y mucho a Cristina Fernández de Kirchner. En mayo, incluso la duplicaba. ¿Pero qué significa todo esto?
La imagen positiva es algo así como el Santo Grial de la política moderna. Aparece un nuevo candidato, hay que ver cómo mide. El presidente o cualquier otro mandatario tiene dudas sobre el rumbo de su gobierno, encarga encuestas. Nos obsesiona la imagen positiva pero no nos paramos a pensar cuál es el impacto que tiene en la política real.
La curva de la popularidad: aumenta la imagen positiva de Fernández y Rodríguez Larreta
Digamos, por ejemplo, que si bien la imagen es importante para un candidato, esto no significa que la gente vaya necesariamente a votarlo. A veces, lo que se busca es otro tipo de liderazgo. Elisa Carrió, en su momento, supo tener una muy buena imagen, pero esto no se tradujo siempre en votos.
La segunda cuestión es que imagen positiva no es igual a poder. Esto último es lo que vale en el caso de quienes ya ganaron elecciones y ostentan algún cargo público. Claro que importa que la sociedad apruebe sus acciones. ¿Pero alcanza con esto? A veces la imagen es muy buena pero no alcanza para manejar las riendas de la política. Mala gestion mata imagen positiva
Entonces, Alberto Fernández puede ahora medir muy bien, merced a su liderazgo durante la pandemia, esta inesperada pandemia le ha venido de maravillas, ya que cerca de los cruciales y muy comentados primeros cien días de gobierno comenzarían los temas picantes y candentes , así y todo no los ha solucionado todavía , Deuda , plan económico , rumbo político etc
Podemos pensar que el principal problema de su gobierno, su marca de nacimiento es la subordinación implícita que tiene en relación a su propia vicepresidenta, y también madrina política, Cristina Kirchner.
Duhalde pidió orden dentro del Gobierno: "Alberto puede sacarle tarjeta roja a Cristina"
Por el contrario, el avance de Cristina en todas las áreas se dejó sentir en el último tiempo, (todo lo que se propuso lo consiguió, en silencio y en las sombras ,aunque a ella mucho no se la vea. En cambio Alberto tiene más complejidad en la toma de decisiones, parece seguro pero se nota que su sello suena imprevisto y dudoso. La expropiación de Vicentin estaría siendo el caso paradigmático. Para quien llegó al poder con una imagen de moderado (y de moderador), la forma en que manejó la expropiación es incomprensible. Da la impresión de que hay, en el fondo, alguien encendiendo la mecha.
Las jugadas de Alberto despiertan suspicacias. Hasta Omar Perotti, gobernador de Santa Fe, tuvo que salir a ponerle un freno al problema que le generaron desde la Nación . Por ahora, subido a su propia imagen positiva, parece que Alberto resiste los golpes, pero no sabe capitalizar su buen momento. Cuando pase la pandemia, y le toque abrir el paracaídas, quizás se encuentre con que esté falto de mantenimiento .
¿Quién lo manda al frente (de todos)? Puede ser Cristina, o pueden ser varios intermediarios. Ninguno de los dos casos sería extraño, porque está claro que todas estas acciones intempestivas fortalecen la agenda del kirchnerismo duro. Cristina se quedó con lo que quería, sin pagar el costo político: justicia, impuesto a la riqueza, y ahora expropiaciones. Está cumpliendo el famoso “vamos por todo”, pero ahora la máxima parece ser “que Alberto vaya por todo”.
¿Pero qué va a pasar si de tanto encender la mecha terminan quemando a Alberto Fernández? Quizás Cristina vuelve a aparecer en escena. Aunque también es posible que el daño sea tanto que las próximas elecciones se vaya corriendo el balance de poder hacia algún otro sector . Todavía el escenario no es claro. Pero, de tanta ambición, puede ser que el kirchnerismo acabe por quemar su mejor carta.
¨El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo¨. Winston Churchill