Alberto Fernández decidió en su primer mes al frente del Ejecutivo sostener la imagen con la que llegó a la Presidencia. La del “hombre común” que trabaja como presidente y la del presidente que vive para la política, y para quien no hay fines de semana ni vacaciones. Las jornadas del Presidente en la Rosada suelen arrancar cerca de las 8 de la mañana y pueden extenderse doce horas o más. Siempre reunido, contestando mensajes y llamadas por el celular, Alberto se muestra hiperactivo. Por lo menos, así lo describen los funcionarios y secretarios que lo ven a diario.
Más allá de los gestos, Fernández impuso en este primer mes en la Rosada un perfil muy diferente al de su antecesor. En muchos despachos de la Casa Rosada se ufanan con una frase repetida: “antes acá no laburaba nadie”. Más allá de las chicanas, hay varias diferencias de estilo. Mientras Macri realizaba reuniones de Gabinete y los viernes era habitual que trasladara sus actividades a Olivos y los fines de semana se recluyera en su quinta Los Abrojos, Fernández elige realizar encuentros por área con sus ministros (en los próximos días recién realizará la primera reunión de gabinete federal) y casi toda su actividad se concentra en la Casa de Gobierno. Esta semana tuvo una salida relámpago al interior (a Chaco) y recién el mes próximo viajaría fuera del país por primera vez para concretar su visita a Francia.
Fernández fue quien hasta aquí se encargó de difundir gran parte de las novedades en el primer mes de la gestión. Y aunque lo seguirá haciendo, la idea en el Gobierno es que desde ahora sea cada ministerio el encargado de comunicar los nuevos pasos. Por ejemplo, el jueves a la noche el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, presentó el programa Argentina Hace junto al Presidente. Ahora, será el turno de María Eugenia Bielsa (Vivienda) presentar los planes habitacionales con los que el Ejecutivo busca reactivar la construcción y generar empleo.
“Luego del primer mes de la puesta a punto, los ministros ya están en condiciones de comunicar su gestión”, sostienen en la Rosada.
Nestorizado. Como hizo Néstor Kirchner, quien rompió el protocolo el mismo día de su asunción, Alberto busca imitarlo también a través de lo gestual. Casi todos los días, a la salida de la Rosada, pasa varios minutos entre selfies y saludos con turistas y algunos militantes que lo esperan en la reja lateral, antes de subirse al helicóptero.
“La rosca es su forma de relajarse”, grafica un funcionario que comparte varias horas al día con el Presidente. Fuera de la política, Fernández pasea a sus perros Dylan y Prócer por los jardines de la Quinta de Olivos. Allí, se calza los guantes de arquero los viernes a la noche para los picados con varios de sus ministros y secretarios. La mira en el segundo mes estará puesta en la misión más importante del comienzo de su gestión y que puede marcar el rumbo del Gobierno: la renegociación de la deuda.
Tercer picado en Olivos y valla invicta
Los partidos de fútbol de los viernes en la Quinta de Olivos parece que volvieron para quedarse. Como antes lo hizo Néstot Kirchner y luego Mauricio Macri (aunque la cita era los miércoles). Alberto Fernández jugó el tercer partido de la temporada oficial. El viernes a la noche, el primer mandatario reunió a varios de sus ministros y principales colaboradores. En esta oportunidad, el equipo del Presidente se llevó el triunfo por 3 a 0 y terminó por primera vez en la temporada con la valla invicta. Entre los jugadores, estuvieron los ministros Mario Meoni (Transporte), Nicolás Trotta (Educación), Martín Guzmán (Economía), Gabriel Katopodis (Obras Públicas), el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el jefe de asesores de Fernández, Juan Manuel Olmos, y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. En el asado posterior al partido, hubo referencias al primer mes de gobierno y “mucha rosca”, según contaron a PERFIL asistentes al partido. Por ahora, la idea es evitar difundir cualquier imagen de los funcionarios en pantalones cortos. Y mucho menos de Alberto con los guantes y debajo de los tres palos.