Terminó el día desilusionado y esperando que las cacerolas comiencen a hacer ruido para no sentirse solo en la pelea. Hubo silencio. “Yo no lo convoqué al cacerolazo”, juró ayer cuantas veces pudo. “Yo sé que ese ruido les molesta; los cortes, no. Además, los cortes terminan perjudicándonos”, se sincera el líder de la protesta agraria, Alfredo De Angeli. Pero las cacerolas no llegaron y se fue a cenar para después seguir el debate desde el cuarto de su hotel.
El jueves, De Angeli se acostó a las 22 y se durmió abrazado a su nuevo libro de cabecera: Napoleón, el arte de la guerra. Una obra sobre técnicas no convencionales para el mundo de los negocios y de la política. Ayer a las 5.30 ya estaba despierto y a las 6.20 dijo su primer “buen día a toda la audiencia”.
La postura del líder de la protesta más extensa que soportó el matrimonio Kirchner desde que duermen en la residencia de Olivos es conocida por todos. Pero no se cansan de preguntársela y él de contestarla: “ Ya lo dije, yo estoy en contra de las retenciones. Le aseguro que en dos años más vamos a importar leche. Estamos por la subsistencia, no por la renta extraordinaria como dicen por ahí”, y va una vez más De Angeli.
Aparte de Napoleón, el arte de la guerra, De Angeli tiene una colección de regalos en su habitación. “La otra vez, me dieron un sobre. Yo pensé que era una carta anónima y había 2 mil pesos. Pero lo que casi me hace llorar fue lo que me hizo una viejita, vos sabés que se me acercó y yo vi que me puso algo en el bolsillo: era una bolsita con una virgencita y cien pesos.”
Los diputados que visitó durante la tarde no le quisieron mentir. “Estamos para atrás”, le dijo Emilio Martínez Garbino. La diputada Virginia Linares le inyectaba fuerzas. Y el legislador entrerriano Nelio Calzas le avisó que lo iba a traicionar y que iba a votar a favor de las retenciones. En los pasillos del anexo de la Cámara lo aplaudían, lo hacían posar para las fotos, y hasta los policías le pedían autógrafos.
—¿Alfredo, no vas a ir al Congreso?
— No quiero que mi presencia genere violencia. Veo qué pasa y después me voy a dormir.
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