Preparando la edición definitiva de Disposición Final, que saldrá en marzo, en coincidencia con los 40 años del último golpe de Estado, encontré una nota sobre el periodismo militante publicada en Perfil.com hace tres años y medio, cuando apareció la edición original de ese libro, que provocó una intensa polémica.
Ahora que ese periodismo está en crisis, como consecuencia de la derrota electoral del kirchnerismo, conviene repasar cómo actuaban cuando formaban parte del poder.
Me refiero, más precisamente, al periodismo militante más recalcitrante, como el de 6,7,8; el programa de Osvaldo Quiroga (aquel Osvaldo Quiroga por lo menos), también en Canal 7; Radio Nacional; la agencia estatal Telam; los diarios Tiempo Argentino y Miradas al Sur, o a la revista23.
No vaya a ser que, por esa costumbre de una memoria corta, algunos crean que hacían periodismo para todos y todas. No: hacían patrullaje y se ocupaban de destrozar a todos aquellos periodistas que no estábamos dentro de la familia kirchnerista, cuyos integrantes eran muy bien remunerados con dinero público.
Verán que en esa nota ofrezco ir a 6,7,8, que en un mes y medio me había dedicado cinco programas, editados todos con la única intención de desacreditar mi trabajo, como hicieron con tantos colegas. Obviamente, nunca me llamaron.
Eso contrasta con el argumento que están usando ahora para mantener sus puestos y sus sueldos: la necesidad de respetar la libertad de expresión y la pluralidad de voces. Dado que antes, cuando formaban parte del oficialismo, no respetaron esos valores, solo cabe concluir que ahora son unos verdaderos cínicos.
Aquí, la nota:
“El periodismo militante o kirchnerista trasciende, por suerte, el patrullaje y las chicanas de 6,7,8, que comenzó siendo un programa de análisis crítico de los contenidos de los medios de comunicación, pero se ha convertido en una tira casi cómica donde, salvo algunas excepciones, panelistas e invitados se esfuerzan en el ataque a todos los que no piensan como ellos.
Debe ser un esfuerzo bien remunerado, con dinero público, es decir de todos y todas, porque apelan a toda tipo de mañas que, por suerte, no son compartidas en el universo del periodismo militante.
El jueves recibí un llamado en el cual uno de los editores de la agencia Paco Urondo me aclaró que en 6,7,8 de la noche anterior habían seleccionado “con mala leche” un tramo de la entrevista radial que me habían hecho para, lógicamente, utilizarlo en mi contra. “Eso es responsabilidad de ellos”, me aclaró, por si hiciera falta.
Los periodistas de la Paco Urondo me hicieron un buen reportaje como también colegas de otras radios afines al “modelo” K, como Cooperativa; tengo fuertes diferencias con ellos no sólo sobre el Gobierno sino también acerca de nuestra profesión, pero hacen periodismo; es decir, preguntan y repreguntan, pero sobre todo leen lo que escriben sus entrevistados.
No había visto el programa de 6,7,8, pero encontré algunos fragmentos en la web. Más de lo mismo para atacar mi último libro: Disposición Final, la confesión de Videla sobre los desaparecidos. A algunos puede resultar curioso que critiquen tanto un libro que admiten que no han leído ni leerán jamás, pero así son ellos.
Debe ser el quinto programa que me dedican en el último mes y medio. Como sus argumentos lucen cada vez más desteñidos, supongo que terminarán invitándome al programa. Espero que tomen coraje y lo hagan. Pueden invitar también a Osvaldo Quiroga para que les ayude, ahora que este colega se ha convertido de antiperonista y antikirchnerista en progresista K y defensor de los derechos humanos. Una voltereta similar a la de Orlando Barone, otro ex “gorila” que es el ícono de ese programa. Quiroga y Barone, estrellas del periodismo progresista. Ver para creer. Surrealismo K”.