POLITICA
Paraguay no quiere un futuro Fukushima

Argentina, igual que Uruguay con Botnia

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El doctor Raúl A. Montenegro, biólogo y profesor titular de Biología Evolutiva de la Universidad Nacional de Córdoba, es presidente de Funam (Fundación para la Defensa del Ambiente), con sede en Córdoba. En diálogo con PERFIL, Montenegro se encarga de aclarar que “manipular uranio siempre contamina”.

—¿Por qué se eligió Formosa para la reinstalación de la planta de uranio?
—Como las provincias más conscientes no la querían tener en su territorio, la gestión nacional de Julio De Vido buscó una provincia feudal y autoritaria, con un gobierno afecto a prácticas clientelares y represión. Acordó así con la gestión de Gildo Insfrán, donde ya se había decidido, ilegalmente, instalar un reactor nuclear Carem 150 junto al río Paraguay.

—¿El riesgo es mayor si a la vez se le suma ese reactor nuclear?
—Claro, son dos actividades con distinto tipo de riesgo pero en ambos casos ligadas a materiales radiactivos. Una planta productora de dióxido de uranio probadamente contaminante y un prototipo de reactor que nunca se probó. Este último puede sufrir lo que se llama nivel 7 en la escala INES del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). En tal caso, se liberarían al ambiente cientos de isótopos radiactivos no naturales, un Fukushima Dai-Ichi a escala.

—El gobierno de Paraguay está muy preocupado.
 —Porque el riesgo ahora es doble. Al proyecto de central nuclear se le agrega, ilegalmente, insisto, el traslado de la planta de uranio. Paraguay no quiere tener un futuro Fukushima o Chernobyl cerca de su territorio, y mucho menos la consolidación de un polo nuclear que otras provincias de Argentina rechazan. Nuestro país actuó, además, con un autoritarismo inaceptable, haciendo lo mismo que le reprochó a Uruguay por el tema de Botnia. No sólo mantuvo en secreto sus negociaciones con Formosa sino que ocultó los lugares posibles de instalación del reactor nuclear.

—¿Qué le puede pasar a la gente que está cerca?
—Una planta de uranio libera al ambiente materiales radiactivos derivados, todos naturales, pero artificialmente concentrados. En cuanto al proyectado reactor nuclear, liberaría rutinariamente residuos radiactivos. Descargaría al ambiente cientos de radioisótopos cancerígenos, artificiales, muchos de ellos acumulables a lo largo de las cadenas alimentarias. Lo que no se explica a las personas es que en materia de radiactividad, ya sea natural o artificial, no hay ningún umbral de seguridad. Toda dosis de radiación representa un riesgo para los seres vivos.

*Desde Córdoba