Para los organismos de derechos humanos alineados al gobierno, el asado en la exEsma fue la excusa ideal para que el grupo Clarín, Perfil y La Nación atacasen al ministro que supo ponerse la mochila al hombro para ir contra la Justicia por trabar la Ley de Medios. Alak decía defender la supuesta democratización de la palabra y la verdad. En cambio, para otros organismos y ex detenidos que fueron torturados en alguno de los edificios que conformaron el predio de 40.000 m2, se trató de la banalización de la noble bandera de los derechos humanos.
Hebe de Bonafini afirmó que en la ESMA “se puede hacer lo que quieran” y la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo atacó a los que pidieron la renuncia de Julio Alak por ser “antidemocráticos”. Un Sergio Schoklender, más cordial con el gobierno nacional, reapareció públicamente y declaró que “está bien que ese lugar se llene de vida”. Agregó que “hay intereses contrapuestos” pues “algunos organismos se quedaron fuera del negocio”. Juan Cabandié, legislador porteño camporista y nieto recuperado, pidió que “la sociedad se apropie del lugar” pero también se sumó a la campaña para desprestigiar a “personajes que escriben libros contra Hebe de Bonafini” como señaló Luis Bruschtein desde Página 12.
Es contradictorio que referentes de organismos de derechos humanos, en sintonía con un gobierno que se jacta de ir contra las corporaciones, sean verticalistas, autoritarios y sectaristas en sus discursos y en sus prácticas cotidianas. Durante la investigación de El Negocio de los Derechos humanos ingresé en reiteradas oportunidades al predio de la exEsma, siempre con autorización de alguno de sus empleados. Concurrí a las dos visitas guiadas semanales que se realizan, coordinadas por una de las hijas de la cantante popular Teresa Parodi, al frente del ECUNHI, que depende de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Otro de sus hijos, Guillermo, está al frente de los talleres teatrales. Las visitas guiadas son organizadas junto con el Ministerio de Educación que ofrece los micros escolares para que escuelas primarias de municipios de la provincia de Buenos Aires, principalmente, puedan escuchar a los guías. Éstos repiten una versión de la historia, vendida como incuestionable y revolucionaria, en la que Néstor Kirchner fue algo así como el salvador de la Patria, el "Che" Guevara y el único Presidente que hizo todo lo que había que hacer por los derechos humanos. El PAMI también está presente en el convenio para que 120 abuelos se integren en los talleres que se realizan semanalmente. Allí dentro, la memoria reemplazó a la historia y, los ideólogos, tuvieron algunas lagunas para confeccionar carteles, figuras de cartón y slogans donde se repite el agradecimiento eterno a Él y Ella.
Para los detractores, se trata de la eterna confusión de los gobiernos totalitarios de equiparar Estado con partido. Los fanáticos se convencen que la razón solo es algo que les pertenece a ellos y, el que piensa distinto, sería, algo así, como la encarnación del mal. Es necesario clausurar el diálogo y acabar con las contradicciones entre las prácticas y el discurso. Ya lo escribió George Orwell: "Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado".
El asado es una interesante excusa para poner en el tapete el rol que deberían tener los organismos de derechos humanos y discutir si la política de los Kirchner, en ese sentido, fue noble, inocente o un inmenso negocio. Algunos referentes de los organismos han dejado de lado su rol en la sociedad civil para pasar a ser parte de una sociedad política en la que la crítica no está permitida. Ceferino Reato señala que el político puede ser oportunista y tomar banderas de antaño, en el momento, que así lo crea conveniente, pero que debería hacerlo con principios e ideales. Graciela Fernández Meijide, ex integrante de la CONADEP, va más allá: “Los Kirchner no serán recordados por su política de derechos humanos cuando dejen el poder”. Muchos ex detenidos durante la dictadura se han horrorizado al conocer la noticia del asado en la exEsma, organizado por el Ministerio de Justicia y Derechos humanos.
¿Alguien puede sorprenderse cuando Hebe de Bonafini festejó su cumpleaños disfrazada de Cruella de Vil junto con el “cardenal” Sergio Schoklender en la Casa de las Madres con las fotos de sus hijos desaparecidos como telón de fondo? En ese momento, el aparato comunicacional K destruyó al recordado diario Libre por la publicación de esas fotos. Como en aquella oportunidad, el gobierno y algunos organismos de derechos humanos, evitan la discusión e intentan matar al mensajero.
(*) Autor de El negocio de los derechos humanos. Twitter: @luisgasulla
Especial para Perfil.com.