Patricia Bullrich y Cristian Ritondo pasaron de respirar aliviados a sufrir de nuevo los embates de una información que los dejó en offside. Los cargos de ministro de Seguridad, tanto nacional como provincial, fueron considerados en un primer momento como posibles fusibles, sobre todo teniendo en cuenta las reformas en el área que viene prometiendo el gobierno de Cambiemos. Por eso, cualquier paso en falso podía poner en riesgo el futuro de los funcionarios.
La fuga de los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci fue la primera crisis que debieron atravesar, mucho más temprana de lo que esperaban. La culpa a la herencia recibida no era excusa suficiente, sobre todo cuando comenzaron las idas y vueltas sobre si los tenían rodeados o no.
Ritondo fue el primero en encontrarse con dificultades para contar con información precisa. La desconfianza con sectores de la Policía Bonaerense era esperada. Pero con el paso de las horas se sumaron también los temores a la información que pasaban los agentes de la AFI (ex SIDE). Son los que supuestamente le dijeron que los tenían rodeados, lo que generó que Ritondo cometiera el error político de anticipar que la captura era inminente.
Esa situación lo dejó en una situación de mayor debilidad y creció el protagonismo de Bullrich, con el ingreso de las fuerzas federales a la búsqueda. Su nominación fue una de las mayores sorpresas del gabinete de Mauricio Macri (diversas fuentes se la asignan a un pedido de Emilio Monzó para que no sea parte del Congreso que viene), y por eso también hay quienes la ponían como un eventual primer fusible. Ella también quedó envuelta en problemas: los prófugos aparecieron en Santa Fe y luego de tirotearse con gendarmes desaparecieron por 48 horas. Desde su ministerio reconocieron que recibían pistas falsas de las fuerzas de seguridad.
Recién ayer, con la aparición de Martín Lanatta, los ministros de Seguridad respiraban aliviados y salían fortalecidos. La falsa información
respecto a los otros dos prófugos los volvió a dejar mal parados.