Marcos Peña es el pararrayos principal del Gobierno, sobre quien caen los reclamos internos para cambiar la estrategia de Cambiemos, como la expresada por el diputado Emilio Monzó, como las presiones externas para modificar el impuesto a las ganancias. A pocos metros del despacho presidencial, el jefe de Gabinete acusa a la oposición de haber roto un acuerdo y especular con el veto del Gobierno al proyecto de Ganancias, al tiempo que rechaza la idea de que el oficialismo deba incorporar peronistas para fortalecerse.
—La foto del peronismo unido en el Congreso instaló la discusión por la gobernabilidad. ¿Cómo la van a fortalecer frente a un año de mayor confrontación?
—Desde que ganamos, siempre estuvo la duda acerca de cómo íbamos a gobernar dado que era el primer presidente constitucional con minoría en ambas cámaras. Se demostró claramente un modelo de gobernabilidad distinto a los tradicionales en Argentina, que se basa en el diálogo y el consenso. Y a su vez, quitarle dramatismo al hecho de que a veces se pierde. Se buscará seguir avanzando, pero no vemos un problema de gobernabilidad.
—Si se trata de desdramatizar, ¿por qué entonces hubo tanto enojo con Sergio Massa por Ganancias?
—Massa y otros dirigentes que pretenden ser la renovación del peronismo tienen una exigencia muy importante en este país. No es un favor que le hacen al Gobierno al apoyar un proyecto. Lo más importante es la coherencia de la mirada sobre el país que se viene. Y con la discusión de Ganancias no la cuidaron.
—¿Por qué no?
—Porque el proyecto no contempló el déficit fiscal y prácticamente fue a demoler el mismo Presupuesto que ellos habían votado pocas semanas antes. Y eso es muy difícil de explicar.
—Pero Macri en un momento cerró las negociaciones en la Cámara de Diputados y después debió volver a abrirlas en el Senado.
—Siempre supimos que teníamos que construir un consenso. Por eso metimos el tema en extraordinarias. Pero siempre apoyados en la responsabilidad y en la seriedad técnica. Cuando vimos que ya no pasaba por ahí, nosotros dijimos que no lo íbamos a acompañar.
—Miguel Ángel Pichetto fijó plazo hasta el miércoles para llegar a un acuerdo.
—Nosotros no trabajamos con plazos sino con objetivos para resolver el tema, en un marco de seriedad y responsabilidad.
—¿A quién prefiere como interlocutor para negociar: a Pichetto o a Massa?
—Yo no elijo a los interlocutores. Los eligió la gente con el voto.
—¿Por qué con Ganancias se elevó la confrontación con la oposición?
—Este proyecto rompió un acuerdo con gran parte de la dirigencia política de respeto a un camino fiscal, que permita mejorar pero sin romper las finanzas públicas. El símbolo de ese acuerdo fue el Presupuesto. Después de diez años, Argentina volvió a tener un presupuesto real.
—¿Y para el Gobierno cuál fue el objetivo de la iniciativa opositora?
—Para mí, al final dijeron “votemos cualquier cosa, que éstos igual lo van a tener que vetar”. Entre la gran fragmentación que tiene la oposición y un kirchnerismo siempre latente para hacer maldades, se generó ese proyecto.
—¿El entendimiento con este grupo de gobernadores puede ser un nuevo eje de gobernabilidad?
—Lo es desde diciembre del año pasado, cuando hicimos el primer asado con los gobernadores y desde entonces se trabajó excelentemente bien. No sólo por una cuestión de gobernabilidad, sino para profundizar el federalismo.
—¿La foto de la oposición unida cree que anticipa un peronismo reunificado en las elecciones?
—No creo que la foto refleje una realidad electoral. Ni un proyecto común. Se vieron muchas diferencias. La mayoría de los gobernadores peronistas se diferenciaron frente a algunas cosas que pasaron en el Parlamento. Creo que la realidad actual es más de desfragmentación que de un gran bloque unido.
—Emilio Monzó, presidente de la Cámara de Diputados, propuso incluir a dirigentes peronistas para ampliar la base de sustentabilidad de Cambiemos.
—Me parece una discusión teórica. Cambiemos tiene dirigentes peronistas desde el primer día, nunca se caracterizó por ser una fuerza antiperonista, ni antinada: el Momo Venegas, o dirigentes como Diego Santilli, Cristian Ritondo, o desde hace menos tiempo Joaquín de la Torre, el propio Emilio Monzó, que quisieron ser parte del cambio. Después hay un montón de otros dirigentes del peronismo que no expresaron su vocación de ser parte de Cambiemos. Entonces, discutir si quieren o no no me parece muy conducente. No siento que Cambiemos necesite un cambio de perfil. La base política nos la da la mayoría de argentinos que apoyan esta fuerza política.
—No cree que Cambiemos necesite sumar dirigentes peronistas para perdurar.
—Para perdurar, Cambiemos necesita tener clara su identidad, sus valores y su mirada sobre lo que quiere la Argentina. Cambiemos no se define por una ecuación química de cuánto peronista, PRO o radical tenga, sino por una identidad de cambio. Cambiemos emergió como el resultado de una sociedad que quería una política alternativa a lo que era la cultura del poder peronista, y sobre todo kirchnerista. Eso no quita que lo integren dirigentes que vienen del peronismo u otros lugares. Pero nuestra fortaleza pasa por nuestra identidad de cambio. Y creo que Cambiemos en el último año y medio fue una de las experiencias más exitosas de Argentina.
—Pero María Eugenia Vidal incorporó peronistas en el gabinete. Acaba de sumar a un intendente kirchnerista.
—Eso depende mucho del territorio. El vice gobernador de Gerardo Morales viene del peronismo. En la gobernación de Alfredo Cornejo también hay peronistas. El vicejefe de Gobierno porteño también.
—¿Por qué las declaraciones de Monzó generaron tanto enojo en otros dirigentes del oficialismo?
—Me parece que lo que genera cierta bronca interna con Emilio es cuando se empiezan a discutir nombres, porque ahí se corre el riesgo del manoseo a gente propia y ajena. Cambiemos no necesita salir a pedir que se sume gente para tener fortaleza. Para nada. Es un proyecto mayoritario, de poder y de transformación, que va a gobernar más provincias e intendencias en 2019.
—En las últimas semanas se abrieron varias causas a partir de denuncias contra funcionarios. ¿Cuál es su evaluación?
—En un país normal, frente a una denuncia la Justicia tiene que investigar, por más poderosa que sea la persona denunciada.
—¿No existe intencionalidad política en sectores judiciales?
—Para nada. Tenemos una enorme tranquilidad.