Por octavo día consecutivo el servicio de subte permanece inactivo. Sin acuerdo con la empresa Metrovías, el gremialista Néstor Segovia comunicó que “el paro continúa por tiempo indeterminado”.
“El conflicto podría destrabarse en cinco minutos, si la empresa se sentara a discutir las condiciones de trabajo”, señaló Segovia. Además desmintió las acusaciones del jefe de Gobierno porteño sobre el vínculo de los metrodelegados con el Gobierno Nacional: " yo no soy ultrakirchnerista".
A pesar de la denuncia de la UTA, los trabajadores aseguran que están cansados, pero para ellos no hay vuelta atrás. “De acá no me voy con las manos vacías, aunque me tenga que quedar a vivir. Mis hijos me van a entender”, contó uno de los metrodelegados al Diario PERFIL.
Mientras se lleva adelante la huelga de subterráneos más larga de la historia de Buenos Aires, los trabajadores duermen en los vagones, hacen hamburguesas, llegan los familiares con tuppers con comida, gaseosas, café, matan el tiempo jugando a las cartas y viendo televisión. “¿Sabés lo que es dormir toda la semana acá esperando que alguien nos resuelva nuestros reclamos?Estamos podridos”, disparó Sergio Lugones.
Las guardias son con postas, pero pocos tienen ganas de volver a sus casas hasta que no se resuelva el conflicto. El mayor temor es que alguien intente hacer un boicot, no hay policías de noche y todos los vagones están sin ningún tipo de custodia.
Ayer la bronca de los hombres del subte aumentó cuando el fiscal general adjunto de la Ciudad de Buenos Aires Luis Cevasco encaró una investigación contra los metrodelegados por carecer de “personería gremial” para disponer una huelga. Además, criticó la “provocación del cese total del servicio público de transportes por el medio subterráneo, que por su repercusión deviene, en principio, esencial”.
“Estamos acostumbrados a las presiones, pero estamos jugados. Reclamamos lo que nos corresponde, es muy duro vivir bajo tierra”, dijo al Diario PERFIL Norberto Filippo.