Nadie imaginaba hace una semana que el Gobierno iba a tener un Jefe de Gabinete que diera conferencias de prensa todos los días. Pero Jorge Capitanich logró el milagro. En 48 horas habló dos veces con los periodistas y prometió que repetirá el ritual todos los días. Su hiperactividad es la impronta de una nueva etapa de un Gobierno que resolvió apoyarse en Capitanich para renovarse tras una derrota electoral y con impostergables problemas económicos. El empecinamiento en sus objetivos es una marca en su historia política, que ahora buscará reproducir desde la Casa Rosada para proyectarse como candidato presidencial en 2015.
Corría 1985 cuando "Coqui" conoció a la diputada Sandra Mendoza, su ex mujer y madre de sus dos hijas (Guillermina y Jorgelina). Lo primero que hizo ni bien se la presentaron no fue darle un ramo de flores ni una caja de bombones: le dijo que necesitaba que lo apoye para ser consejero estudiantil. Un año después, ya electo como dirigente estudiantil, se pusieron de novios, y al año siguiente ella le consiguió su primer cargo: secretario privado del entonces gobernador del Chaco, Danilo Baroni, con apenas veintitrés años. Tras perder dos elecciones a gobernador seguidas (1999 y 2003), en 2007 no contaba aún con apoyo popular suficiente. A pesar de ello reunió a un grupo de peronistas en Resistencia y les pidió, a menos de tres meses de las elecciones, que lo apoyen en su tercera cruzada por la gobernación.
"Coqui tenés el 20 por ciento de apoyo, no vas a llegar", le respondieron. Capitanich apeló a los números: dijo que la única forma de ganar era "robándole" los aliados a la UCR y armar un gran frente que aglutine desde conservadores hasta el Frente Grande y Libres del Sur. “Voy a ser gobernador si logramos eso”, les aseguró. Pocos le creían: la UCR venía ganando desde hacía más de 15 años. “Coqui” armó el Frente Chaco Merece Más que ganó por poco más de mil votos. Ni los funcionarios de peso del gobierno nacional ni Néstor Kirchner habían ido a hacer campaña con él.
Seguramente cuando a finales de la década del ‘20 sus abuelos, Jorge Capitanich y Mateo Popovic, llegaron a una pequeña zona agraria sin explotar del centro del Chaco para instalarse en Argentina, no pensaron que su nieto sería político. Había poco y nada allí, pero para estos inmigrantes de Montenegro (parte de Yugoslavia en ese entonces) era todo.
Coqui (deformación de “Coco”, apodo por llamarse Jorge) fue criado en la llamada Colonia Montenegrina, a 46 kilómetros de la ciudad de Sáenz Peña. Toda su familia se dedicó al campo, en especial al cultivo del algodón. Papá Daniel fue el encargado de la familia; mamá Mirka se transformó en una gran cocinera, en especial de carne al horno y de arroz con verduras, ambos con una preparación especial que conoció en Europa. El Jefe de Gabinete tiene dos hermanos: Héctor, el más grande, es quien maneja los campos de la familia; Daniel, el más joven, es intendente de Campo Largo. Los “Capitanich” suelen reunirse en alguno de los campos a comer largos asados donde se escucha, en especial a los más ancianos, hablar un perfecto montenegrino.
Matemáticas y contabilidad eran su especialidad, pero su obsesión por cumplir lo llevaron a ser abanderado en varias oportunidades. “No tomaba, no fumaba y casi no iba al boliche”, cuenta uno de sus ex compañeros del colegio República de Honduras, donde se recibió. El lugar de las fiestas en el pueblo era el club Durmitor, un edificio que habían construido en 1927 y que debe su nombre a la montaña más alta de Montenegro, funcionó como la Escuela 180, pero además era el lugar de los eventos culturales de la colectividad. A comienzos de los ochenta rompió el molde familiar: dejó el campo y se fue a Resistencia a estudiar para ser contador público a la Universidad Nacional del Nordeste. Aunque su familia era radical, allí se hizo peronista. También hizo periodismo radial y gráfico.
Hincha de Boca, es fanático de los deportes. No sólo fútbol, también jugó vóley y básquet, y hasta se dio el lujo de presidir el club Sarmiento, que compite en las tres disciplinas. Además suele mirar canales deportivos y cada tanto ir a la cancha. Entre sus hobbies están la música clásica, cine y la lectura. Agua mineral, Coca Light y, eso sí, unos buenos asados que son compensados con su rutina diaria de una hora de actividad aeróbica bien temprano a la mañana. Según comentan en el Gobierno aún nada dijo respecto de traer a su personal trainer, “el negro” Camacho, desde Resistencia. Hoy, a dos semanas de que cumpla 49 años, es el hombre fuerte del Gobierno. Con o sin personal trainer.
El conflicto con su ex mujer
La ex mujer de Capitanich es tan conocida como él. Se trata de la diputada nacional Sandra Mendoza, una dirigente peronista chaqueña de 50 años con quien tiene dos hijas, Guillermina y Jorgelina. Este año fue reelecta como legisladora, pero fue noticia cuando se peleó con su entonces marido y él la echó de su puesto como ministra de Salud provincial en medio de la epidemia de dengue. Ella lo denunció por malos tratos y hasta dijo que no la dejaron entrar al Gobierno chaqueño. Se la pudo ver en una pelea con insultos con otra diputada en la Legislatura provincial y también en medio de un violento episodio de desalojo de un grupo de desocupados instalados en la plaza frente a la gobernación. Incluso, Mendoza llegó a afirmar que habría irregularidades en la declaración jurada de su marido.
Se conocieron a finales de los ochenta cuando estudiaban en la Universidad del Nordeste. Se casaron el 9 de marzo de 1990 en la catedral de Resistencia.