En 2007 se consagró como la primera gobernadora de la Argentina. Unos años antes, en 2004, cuando todavía militaba en el ARI, la socialista Fabiana Ríos primereó en un tema que hoy copa la agenda: investigó a Lázaro Báez, empresario que empezaba a crecer al calor del poder. Bajo su gestión en Tierra del Fuego (gobernó desde 2007 a 2015), se lo volvió a cruzar: le impugnó una concesión petrolera. No es kirchnerista, pero mucho menos macrista, y critica desde el “afecto” a Elisa Carrió.
—Fue una de las primeras en poner la lupa sobre Báez.
—Sí, desde el instituto Hannah Arendt. Vimos que en muy poco tiempo había pasado de ser empleado bancario a diversificarse como empresario y concentrar gran parte de la obra pública de Santa Cruz.
—Como gobernadora, ¿se lo volvió a encontrar?
—Báez intentó quedarse con una área petrolera mediante una adjudicación de obra pública a la empresa Epsur.
—¿Fue un concesión irregular?
—Sí. Hugo Cóccaro (gobernador entre 2005 y 2007) le había otorgado por decreto un área para la explotación petrolera. No lo hizo a través de la ley de hidrocarburos. Por eso lo impugnamos. Ahí Cóccaro me llamó para mediar por Báez. Pero igual se retiró antes de que avanzara la causa, y se cayó la concesión.
—¿Tuvo otro intento de entrar a Tierra del Fuego?
—En una licitación para explotar un hotel en Lago Escondido. Se presentaron sólo dos empresas: una de Lázaro Báez y una de Martín Báez, su hijo. Ganaron, pero se vencieron los plazos de la licitación. Además, no pudieron acreditar el origen de los fondos. Llevamos la información a la unidad antilavado, y se retiró.
—¿Durante su gobierno se alquilaron aviones a una empresa de Báez?
—Sí, se habían roto los de la flota. Pedimos presupuestos y el más barato fue el de Top Air SA: la contratamos y era de Báez. Cuando nos enteramos, presentamos la documentación ante el juez. Ni lo conozco.
—¿Alguien la presionó para que lo beneficiara?
—No, nunca me llamaron ni me dijeron nada.
—¿Esas situaciones la alejaron del kirchnerismo?
—Si me hubiesen presionado, sí. Me alejaron más el estilo, el modo de resolver conflictos y las prácticas.
—¿Qué prácticas?
—El desconocimiento de la historia de otros; las prácticas que excluyen a la crítica, a la transparencia, que ubican a los que venimos de la izquierda en la lentitud por buscar la legalidad.
—¿Y la corrupción?
—Tiene que ver con esto. Con no hacer las cosas de cualquier manera. A mí me corrió un poco eso, el sentir que el peronismo te fagocita o te denuesta.
—¿La sorprendió la alianza de Elisa Carrió con el PRO?
—No. El progresismo en Lilita tiene que ver con temas puntuales. Para ella el tema moral es central, y la religión tiene una carga fuerte en su constitución psíquica. Ella criticaba mucho a Macri, pero es muy inteligente.
—¿Cómo ve al Gobierno?
—No esperaba nada: claramente benefician a los sectores concentrados y perjudican a los populares. Cuando no sos kirchnerista pero osás decir que una política había sido exitosa, te dicen que estás de acuerdo con la corrupción.
Crisis en Tierra del Fuego
Tras dos semanas de visita en Buenos Aires, la ex gobernadora Fabiana Ríos ya extraña los paisajes y el ritmo calmo de Ushuaia, donde vive. Su provincia, sin embargo, atraviesa una severa crisis que pasó de ser política a económica y social.
Gobernada por la (¿ex?) kirchnerista Rosana Bertone, Tierra del Fuego está casi paralizada por una huelga de empleados estatales que empezó hace ochenta días. Los trabajadores exigen que Bertone dé marcha atrás con un paquete de leyes de ajuste fiscal, avaladas por el gobierno nacional.
“Hay enojo, tristeza y una enorme fractura social. Se suma al impacto de los tarifazos de gas. En una comunidad pequeña, los lazos se resienten rápidamente”, afirma Ríos, quien por estos días trata de armar un espacio político progresista junto a dirigentes como Pino Solanas.
“Tenemos que recuperar la credibilidad. Porque entre los Panamá Papers y las bóvedas de Lázaro Báez se va generando una situación de descreimiento general. Ojalá no lleguemos a una situación tipo 2001”, señaló la dirigente.