Mientras la embajadora norteamericana Vilma Martínez, en su despedida de Buenos Aires decía el jueves que la vida en Argentina era complicada, Cristina Kirchner se subía al Tango 01 para una cumbre de último momento de la UNASUR en Bolivia, con el objetivo de respaldar a Evo Morales. El presidente boliviano y su avion estuvieron retenidos 14 horas en Viena, Austria, bajo sospecha de llevar al espía estadounidense Eduard Snowden. “Nos sentimos todos violentados, esperamos una explicación”, exigió la jefa de Estado. Ayer regresó a la Quinta de Olivos.
Intentando tomar un rol protagónico en la región, CFK asistirá jueves 11 y viernes 12 a la cumbre del Mercosur que se realizará en Montevideo, Uruguay. Allí se encontrará con los líderes latinoamericanos Evo Morales, Nicolás Maduro, Dilma Rousseff y el anfitrión José “Pepe” Mujica. Mantendrá reuniones bilaterales y firmará acuerdos comerciales. La relación de los negocios entre la Argentina y Brasil es tensa desde hace tiempo. La Argentina se queja de la balanza deficitaria y Brasil de las trabas que impone nuestro país para el comercio.
La Presidenta se quedará este fin de semana en Olivos, abocada a la campaña. Todo el gabinete y los legisladores —por supuesto, también, los candidatos— están ocupados en atraer los votos propios y ajenos. Una prueba de ello fue el acto encabezado por el vicepresidente Amado Boudou en Tigre el jueves. El kirchnerismo pisó el territorio de Sergio Massa, el rival a vencer.
De todos modos, los funcionarios y dirigentes K, por orden de Cristina, se bajan el precio para minimizar una eventual derrota a manos de Massa, o magnificar una victoria. A diferencia de 2009, muchos K admiten off the record que tienen “grandes chances de perder”, con un clima de malhumor hacia la Jefa de Estado por “las formas” y por una economía en declive. La lectura que hacen es que, en rigor, la elección no cambiará de manera radical el panorama político. Si gana Massa, sostienen, lo hará por poco y lo mismo pasará si el vencedor es el kirchnerismo. “En 2009 De Narváez le ganó al propio Kirchner, y no cambió nada”, analizó un funcionario con despacho en la Casa Rosada. Habrá que esperar tres meses para develar el misterio, porque los escenarios son distintos. En 2009, el Gobierno cargaba con la pelea con el campo y la Ley de Medios. En esta elección el clima anti Gobierno creció, de acuerdo con las encuestas.
El oficialismo dice que arranca con un piso del 30 % de los votos, pero sabe que no logrará modificar las fuerzas en el Congreso para una reforma constitucional que le permita un tercer mandato a CFK.