POLITICA
de obama a trump

Cómo EE.UU. mantuvo un delicado apoyo a Macri

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G20. Trump volvió a apoyar al presidente argentino en Osaka. | cedoc

Es difícil pensar en dos presidentes norteamericanos más distintos que Barack Obama y Donald Trump; tan diferentes como sus dos embajadores en la Argentina, el californiano Noah Mamet y el texano Edward Prado. A pesar de los abismos de estilo, pensamiento y origen que separan a los dos mandatarios, y sus representantes en el país, hay una continuidad en su apoyo sin antecedentes a la gestión de Mauricio Macri. No los une el amor a Cambiemos, sino el temor a que vuelva al poder un partido que limitó la acción de los negocios en el país y que, peor aún, podría sumar un aliado al régimen de Nicolás Maduro (cuya salida es la prioridad de la potencia hemisférica).

También pesa otro tema prioritario, que destacó en su ponencia ante el Congreso norteamericano de febrero pasado el titular del Comando Sur, el almirante Craig Faller, quien visitó el país hace pocos días: la amenaza del avance chino en la región. Macri no terminó con la relación estratégica, ni desarmó la temida base espacial, pero diversificó sus lazos y moderó la expansión de las firmas estatales del gigante asiático.

Obama favoreció la elección de Argentina como sede del G20 y el “amigo” Trump facilitó la conclusión exitosa de la cumbre porteña. El egresado de Harvard coronó con un tango improvisado en el Centro Cultural Kirchner la “vuelta al mundo” de la Argentina. El creador de la judicializada Universidad Trump puso los fondos del FMI a disposición de la Argentina. Quienes transitan despachos en Washington, y varios visitantes de ese país, aseguran que también estaría dispuesto a frenar con el oro de Fort Knox una corrida que supere el dique del organismo internacional.  

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Cuando Mamet llegó a la Argentina, le tocó lidiar con el conflicto diplomático por la búsqueda del agente jubilado Antonio Stiuso entre otra plétora de pleitos bilaterales. Pocos meses luego de que asumiera Macri, había logrado una visita presidencial, acuerdos en áreas militares, de seguridad y un nivel de cooperación inédito entre los dos países. Este militante demócrata especializado en la recaudación de fondos entre estrellas de Hollywood y empresas tecnológicas, extrovertido y altamente capacitado en el manejo de la prensa, fue la figura ideal para anunciar el giro.

Prado, un juez retirado que habla un perfecto español, no cuenta con esos atributos. Por eso ha decidido mantener un perfil bajo que será reforzado en el contexto electoral. Le toca hacer un delicado equilibrio entre el apoyo a Macri y el imperativo de mantener la relación diplomática ante una eventual derrota. Por su trayectoria como juez, Prado ha multiplicado los contactos con fiscales y jueces argentinos. Realizó numerosas actividades en la embajada y en otros lugares, como Mendoza, donde dio una charla sobre la implementación del juicio por jurados.

Las actividades del diplomático son un tema delicado para muchos referentes kirchneristas: creen ver en sus lazos con la Justicia la cadena de transmisión del “lawfare”, la guerra judicial que para ellos se desata contra su líder, Cristina Kirchner. Si el amigo personal de Trump no logra ser reelegido, Prado tendrá, a la hora de limar asperezas, un interlocutor que la planta permanente del Departamento de Estado conoce bien, Alberto Fernández. Ante cualquier duda, consultar WikiLeaks.