Quizás, Henry Olaf Aaset sea un completo desconocido, pero su anonimato es inversamente proporcional al contacto político que lo supo convertir en un referente kirchnerista.
Fue uno de los creadores de Compromiso K, el think tank pingüino, formado a comienzos de la gestión del ex presidente y liderado por Carlos Zannini. Sin embargo, ahora critica al matrimonio K y trabaja para Carlos Reutemman. Esa situación fue la que lo llevó a ser señalado como uno de los operadores en el caso de Roxana Latorre. Aaset, un hombre al que Kirchner casi deja su familia en la calle, que trató al ex presidente de ser “el Robin Hood al revés”, porque “le robaba a los pobres para darle a los ricos”, pero que luego se amigó, hasta convertirse en su abogado. Ahora, no se hablan y al mejor estilo Lole, asegura: “No vi las cosas claras y tomé distancia”.
—¿Qué ocurrió para que hoy sea crítico del kirchnerismo y esté del otro lado?
—Me sorprendieron las posturas que tomó el Gobierno después que asumió Cristina, que tergiversaron todo lo que se hizo en los primeros años. Tomé distancia. Sólo noté que el que decía lo que pensaba era tachado como traidor. Este año Latorre y Reutemman me ofrecieron colaborar con la campaña en Santa Fe, me pareció atildado y les di una mano.
—¿Es posible irse bien del kirchnerismo?
—La visión actual de los Kirchner es la de concebir el Gobierno como un bien ganancial. No aceptan la discusión interna, eso lleva a que se descalifique al que piensa distinto.
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