Esta semana quedó demostrado que la palabra de Raúl Alfonsín, a pesar de su delicado estado de salud, sigue siendo importante para el conjunto del mundo radical. La carta que el ex presidente escribió para aclarar su posición respecto del acuerdo alcanzado entre la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica generó todo tipo de reacciones, que terminaron recalentando los enfrentamientos internos ya existentes entre la conducción partidaria y las filas de Leopoldo Moreau.
“Fue una carta simple, espontánea y hasta con imperfecciones”, describieron desde el hogar de Alfonsín con la intención de minimizar el conflicto, pero también dejando en claro que fue él mismo el autor intelectual del texto y no sus discípulos aprovechando un momento de convalecencia, como sostuvieron algunos.
La idea, en realidad, se empezó a cocinar en la cabeza del cacique radical la misma tarde que Gerardo Morales, Elisa Carrió y compañía anunciaron el acuerdo. Quienes lo conocen sostienen que no le gustó que usen su nombre para promocionar la reunión. “Yo creo que Alfonsín se sintió manipulado y quiso poner algún freno a este intento de querer heredarlo antes de que se muera”, sostuvo un miembro de la Coordinadora alfonsinista.
¿A quién acusan de querer heredarlo? A Carrió. La líder de la Coalición Cívica planteó en los últimos días que hablaba todos los días con Alfonsín y repitió varias veces que su visita al Comité Radical obedecía a lo expresado por el ex presidente.
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