El Día del Periodista, la Academia Nacional de Periodismo otorgó la Pluma de Honor a una ex compañera de la redacción de la revista Noticias de los años 90, Norma Morandini (días después sorprendió siendo candidata a vice de Binner).
En su bello discurso ella dijo: “¿Qué pasó para que en nuestro país, en las vísperas de celebrar los treinta años de democracia, no se haya incorporado aún a la prensa como un valor inherente al sistema de libertades?”.
“Si con los agravios se cancela la libertad de opinión y con la propaganda se reemplaza a la información –continuó Morandini– se corre el riesgo de que como en el poema de Pessoa sobre el simulacro, simulamos tanto que vivimos en democracia que se nos hace creer que es democracia lo que en realidad es un régimen de poder personalista y por eso, autoritario. (...) Y eso es lo que nos pasó: condenamos la dictadura, pero no desmontamos la cultura autoritaria que la sustentó.”
Y agregó: “Hoy existe libertad, se nos enrostra desde el poder oficial como si se tratara de una concesión generosa del gobernante. Efectivamente: existe libertad, pero se castiga la opinión. ¿Pero quién tiene ganas de verse expuesto a las burlas, los insultos y las descalificaciones de aquellos que ostentan poder, o utilizan los medios del Estado para insultar o ridiculizar a los que piensan de manera diferente? La estrategia de la descalificación personal, el insulto, la burla, ha sido sumamente eficaz como censura, ya que al cancelar el debate plural se impide que se configure el espacio público de las opiniones, ese pacto verbal, fundamento de la democracia. Ser honesto, decir lo que se piensa, se ha convertido en un acto de coraje, lo que revela una sociedad amedrentada”.
El Día del Periodista y el eco de las palabras de Morandini en la semana en que se cumplirá el 25º aniversario de la muerte de Borges permitieron la humorada que ilustra esta columna: imaginar a Borges en el lugar de Sarlo en 6, 7, 8. El chiste también permite preguntarse qué hubiera sido de la incorrección política de Borges en estos tiempos de “periodismo militante”. ¿Qué habrían dicho de él? ¿Que habría dicho él de ellos? O si las burlas, las descalificaciones personales y los insultos de la propaladora oficial habrían modificado en algo su discurso...
En su momento Borges dijo: “Los peronistas son gente que se hace pasar por peronista para sacar ventaja. Detesto a los comunistas, pero, por lo menos, tienen una teoría. Los peronistas, en cambio, son esnobs”.
En otro, un joven lo ayuda a cruzar la 9 de Julio; en mitad de la avenida, el joven le dice a Borges: “Yo soy peronista”. Borges respondió: “¡No se preocupe!, yo también soy ciego”.