Después de que las cifras de COVID-19 en el AMBA encendieran luces amarillas, los gobiernos de Nación, Ciudad y Provincia decidieron volver a poner el foco de atención en los cuidados que la ciudadanía debería seguir cumpliendo, sobre todo de cara a las fiestas. Sin embargo, hay un capítulo que sigue planteando interrogantes: la cantidad de testeos. Mientras en la Ciudad de Buenos Aires la suba de casos que se dio esta semana estuvo acompañada, en paralelo, por un aumento de la cantidad de testeos, al otro lado de la General Paz ambas curvas siguen bajando.
Con un promedio de casi 95 mil testeos cada millón de habitantes, Argentina ocupa el puesto número 115 del mundo según el sitio Worldometers. En casos confirmados cada millón de habitantes, sin embargo, escala al puesto 31. De los países que están por encima en ese listado, solo uno (la Polinesia Francesa) hizo menos proporción de testeos (93.500 cada millón). Y solamente dos (Armenia y Macedonia) testearon menos de 200 mil cada millón. Es decir que con más testeos, probablemente Argentina escalaría mucho más en ese ranking.
Mientras tanto, en el listado más duro, el de los fallecidos cada millón, Argentina está 13, con 904 cada millón. Llegó a estar entre los primeros cinco, pero la segunda ola europea volvió a generar que varios países la superen. De Sudamérica, en tanto, sigue en segundo lugar detrás de Perú.
Pocos testeos, muchos casos, muchas víctimas. Es el resumen de la dinámica que se fue consolidando el país en estos 9 meses desde que se conoció el primer caso de coronavirus. Y siempre con una cifra de positividad alta, que fue bajando en los últimos dos meses, pero nunca llegó a estar debajo del 10% en la Ciudad y del 20% en el Conurbano. La OMS recomienda que sea menos del 10% para saber que se está siendo efectivo en el rastreo.
La necesidad de elevar los testeos, según insisten los especialistas, es para poder aplicar con eficiencia la política de rastreo y aislamiento de los contactos estrechos de los casos positivos. La dinámica del virus, obviamente, sigue siendo la misma: puede haber una ventana de hasta 10 días desde el contagio hasta que aparecen síntomas, por lo que cuando se confirman los casos, puede ser tarde para aislar a los contactos estrechos.
A la postura de los funcionarios de alertar por una segunda ola, en ese sentido, hay especialistas que advierten que no debería dejar de estar acompañada por más testeos.
Ginés, Gollan y Quirós piden aumentar cuidados para evitar otra cuarentena
En la Ciudad, esta semana, se detectó un aumento de los casos. Hubo 2.451 entre el martes 8 y el lunes 14. Es la cifra más alta desde el 16 de noviembre (3.015). La semana anterior, por ejemplo, se habían confirmado 2.002 casos. En paralelo, sin embargo, tuvieron un fuerte salto la cantidad de hisopados: se pasó de 14.988 hace una semana a 19.144 esta última. Desde la semana que terminó el 28 de septiembre que no se hacían más de 19 mil testeos en siete días.
En los 35 municipios que conforman el AMBA, en tanto, la dinámica es distinta. Los casos siguen bajando y también los testeos. En la última semana hubo menos de 6 mil casos nuevos (5.993), aunque hubo una señal que despertó una alarma en las autoridades. La cantidad de llamados al 148, la línea gratuita para consultas referidas al Covid-19, aumentó después de semanas de ir bajando. Estiman que ese puede ser un primer indicador que marque un quiebre en la curva.
En paralelo, no obstante, los hisopados también están en uno de los puntos más bajos desde que la curva empezó a crecer. Se hicieron en el AMBA 29.583 test en los últimos siete días. Desde la primera semana de julio que no se hacían menos de 30 mil pruebas.
En 19 de los 35 municipios se contabilizaron más casos que la semana anterior. En 11 de ellos, precisamente, también aumentaron la cantidad de testeos
A pesar de estos números, en el Conurbano también hay señales de atención, ya que en 19 de los 35 municipios se contabilizaron más casos que la semana anterior. En 11 de ellos, precisamente, también aumentaron la cantidad de testeos. Durante septiembre se llegaron a hacer 65.000 testeos en una semana.
Cuando la curva recién empezaba a subir, especialistas que defendían la política de testeos oficial planteaban que crecían cuando subía la cantidad de casos. Cuando la curva se disparó muchos de ellos reconocieron que la cantidad de test realizados había sido deficitaria. Mientras se esperan las vacunas, habría que evitar repetir la historia y que los testeos le ganen la carrera a los contagios, y no al revés.
