POLITICA
señales a la clase media

Cristina evitó confrontar con la oposición y criticó a jueces y empresarios

Propuso limitar por ley los cortes de calles e implementar castigos para los empresarios por los aumentos. Hubo cuestionamientos para los docentes y deseos de “control popular” a magistrados.

De punta en blanco. La jefa de Estado habló 2 horas y 46 minutos. Apenas tomó un sorbo de agua.
| Telam

“No puede ser que diez personas te corten una calle”, dijo Cristina Kirchner al inaugurar, ayer, las sesiones ordinarias en el Congreso. Fue una de las tantas frases destinadas a acercar su discurso a la clase media, que le es adversa por la situación económica que atraviesa el país.

En una Asamblea inusual, con pocos cánticos en las barras, escasas banderas y ningún volante contra la oposición; la jefa de Estado habló durante casi tres horas y apenas tomó un sorbo de agua. En ese lapso, cuestionó la toma de tierras en Villa Lugano, acercó posiciones con el radicalismo y con el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y criticó con dureza a los gremios docentes que, advirtió, toman de rehenes a los chicos para negociar la pauta salarial. “No puede ser que cada año el inicio de clases sea un parto”, enfatizó. Sabe que ése es el pensamiento de la clase media, que rechaza las medidas sindicales.

Aunque había un puñado de militantes en el último palco de la Cámara de Diputados, apenas esbozaron unos cánticos de apoyo a la Presidenta y evitaron criticar o silbar a los opositores. Se contuvieron de arrojar papeles hasta el final de la Asamblea Legislativa. Esa fue una orden expresa que Cristina Kirchner le transmitió al diputado Julián Domínguez. Quería una sesión ordenada y prolija.

La Presidenta ingresó al Congreso pasado el mediodía con un vestido blanco. Entre otros, la acompañaba el flamante presidente provisional del Senado, el radical K Gerardo Zamora. Entró al recinto flanqueada por el vicepresidente, Amado Boudou, y por Domínguez. Se permitió intercambiar bromas con el senador radical Gerardo Morales, elogió a Franja Morada y a dirigentes históricos del centenario partido, en un giro de su discurso, por lo general  hostil con la oposición.

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Sin anuncios, la jefa de Estado sólo atinó a decir que había que legislar los cortes de calle. Puso como ejemplo a Estados Unidos, donde las manifestaciones se hacen “sobre las veredas”. Su obsesión por la economía fue otro de los ejes de su alocución, que quedó plasmada en números y en ataques a los empresarios por los aumentos de precios. “Hay que sancionar instrumentos que defiendan a los usuarios y consumidores”, pidió. Leyó informes del BID que elogiaban las políticas argentinas. Criticó con dureza a la Justicia. “Es imposible encontrar un juez o un fiscal a las 4 de la mañana”, afirmó. Y advirtió: “Un poquito de control popular no les vendría mal”. Esta última fue una alusión a la declaración de inconstitucionalidad que dictó la Corte contra la reforma judicial. Escuchaba atento el presidente del tribunal, Ricardo Lorenzetti.

Sorprendió al defender la privatización de YPF. “Fue un buen negocio para las provincias, porque nos aseguraba ingresos por regalías y utilidades”. Lo que opacó la soberanía energética fue, para ella, la compra hostil de Repsol. Defendió, también, la recuperación de la petrolera (el kirchnerismo la expropió en 2012), con números. Dijo que creció la producción de petróleo y de gas y que Argentina se convirtió en una de las reservas energéticas más grandes del mundo. “Vamos a lograr el autoabastecimiento”, vaticinó. Afuera, la escuchaba una multitud movilizada por intendentes, gobernadores y organizaciones sociales. A ellos se dirigió cuando se subió a un escenario en las escalinatas del Congreso con la excusa de inaugurar dos réplicas de estatuas de Lola Mora.