El peronismo se mantiene vivo y coleando a 37 años de la muerte de su líder y fundador, el general Juan Perón, y mucha gente sigue creyendo que es la única fuerza capaz de gobernar a la Argentina, pero el cierre de listas a candidatos para las próximas elecciones sugiere que la valoración de Perón por parte del “cristinismo” es más bien pobre.
Los grandes ganadores en esas listas de candidatos han sido los jóvenes de La Cámpora, que reivindican a Héctor Cámpora, un odontólogo de San Andrés de Giles que fue eyectado de la presidencia por el propio Perón con el argumento de que no podía controlar a la izquierda peronista y a los montoneros ni garantizar la gobernabilidad del país. Cámpora duró apenas 49 días en el gobierno, en 1973.
A partir de ese momento, la figura de Cámpora fue levantada por la izquierda peronista en oposición a la de Perón, como una manera de denunciar el giro conservador que, a sus ojos, caracterizó la última etapa del fundador del movimiento.
Según una anécdota que suele contar en privado el ex gobernador y ex senador Antonio Cafiero, la propia presidenta Cristina Kirchner no tiene un buen recuerdo de ese último Perón. “Para ese viejo, yo no pongo un peso”, habría dicho la Presidenta cuando Cafiero le contó sobre la idea de él y de otros peronistas históricos de hacer una colecta pública para pagar una estatua de Perón y colocarla en un terreno ubicado al costado de la Casa Rosada.
Cafiero es un caballero y no repite esa anécdota en público, pero se la ha contado a varios compañeros de la vieja guardia, como a Osvaldo Agosto, el jefe de Prensa de José Ignacio Rucci, el ex secretario general de la CGT asesinado en 1973 por un grupo montonero.
Lo cierto es que, a pesar de que el peronismo gobierna desde 2003 y ellos tienen todos los papeles en orden, ese grupo de peronistas aún no ha podido colocar la estatua de Perón en ese lugar.
Si la estatua fuera de Cámpora, seguramente no habrían tenido que esperar tanto.
*Periodista y escritor, autor de “Operación Primicia”.