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La cuarentena de Bullrich en su casa de calle Beruti

La exministra cumple el aislamiento en su departamento ubicado cerca del Botánico.

patricia bullrich 14052020
Patricia Bullrcih | Noticias Argentinas

Patricia Bullrich pasa la cuarentena en su casa de calle Beruti. Se trata de un departamento amplio y señorial, ubicado cerca del Botánico. La ex ministra de Seguridad macrismo lo compró en los noventa, cuando empezaba a renunciar para siempre a su militancia peronista. Desde esa base en Palermo, mantiene reuniones vía zoom desde las 6 hasta las 22. Charla con todo aquel que se lo solicite: diputados, tuiteros, legisladores y hasta punteros macristas. También, aunque sean conversaciones más reservadas, con algunos empresarios que prefieren el off. En los ratos libres se muestra como una abuela cálida y juguetona por Tik Tok.

La pandemia alteró sus planes proselitistas. Tras ser elegida por Mauricio Macri para presidir el PRO, la Piba pretendía recorrer el país. Su intención era desporteñizar al macrismo. Volverlo más amplio, territorial y popular. ¿Exportar el know how adquirido durante su vida peronista? Eso mismo, confirma uno de sus asesores.

Sin la posibilidad de llevar su evangelio de forma itinerante, Bullrich lo intenta desde las redes. Es la voz favorita del núcleo ideológico del macrismo. La culpa por haber formado parte de la Juventud Peronista, en cercanía simbiótica con Montoneros, ya quedó completamente expiada.

En los setenta, su padrino político fue el mítico Rodolfo Galimberti. La Piba y El Loco Galimberti eran cuñados. La hermana mayor de Patricia, Julieta Bullrich, fue pareja del jefe montonero en el exilio francés. En agosto de 1983 Julieta murió en un accidente de tránsito, en una ruta de las afueras de París. Manejaba Galimberti a toda velocidad (era uno de los sellos de su personalidad), cuando chocaron con una camioneta del correo. Julieta tenía 28 años.

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El primer esposo de Bullrich también era montonero: Marcelo “Pancho” Langieri. Ambos volvieron clandestinos a la Argentina a fines del 78, con pasaportes facilitados por Galimberti. Patricia estaba embarazada de Francisco, su único hijo, a quien debió inscribir seis años después.

A los 63 años, aquella zona de su biografía quedó archivada. Sus afirmaciones y gestión durante el gobierno de Mauricio Macri (también su desempeño previo como ministra de Trabajo de la Alianza) son la prueba diaria de que La Piba cambió. Su giro ideológico la exime de rendir cuentas. No tienen necesidad de pasar el examen de la pureza antiperonista. La deconstrucción montonera le reporta un beneficio extra: le reditúa en las encuestas de imagen. La ex ministra a su vez sabe que los progres la aborrecen, la subestiman y nunca la van a votar.

En twitter, Bullrich tiene un millón de seguidores. Son casi 200 mil más que los acumulados por Marcos Peña. Con el ex jefe de gabinete de Macri se miró de reojo durante los últimos cuatro años. Ahora ya ni se miran.

Bullrich representa a los que perciben en Horacio Rodríguez Larreta a un “colaboracionista” del kirchnerismo. Su relación con el alcalde, pese a sus diferencias de estilo y de responsabilidad, es muy cordial.

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Hace una semana sellaron esa afinidad con un almuerzo. Fue un lunch a solas entre Rodríguez Larreta y ella. Ambos se necesitan. “Patricia quiere instalar un candidato a presidente, aunque no sea ella. No va a romper y llevarse el 15 por ciento del electorado duro”, asegura un dirigente bullruchista.

Con María Eugenia Vidal, en cambio, el trato varía entre pésimo e inexistente. Nunca fue bueno, y la salida del poder lo empeoró. La ex ministra sí habla seguido con Macri. Si bien no es su vocera oficial, suelen coincidir en las críticas al “populismo” oficial. Ella le agrega un plus de gravedad a las acusaciones: el de “ir por todo”.

El discurso de Bullrich no encierra matices, ni siquiera ante una pandemia. Consiste en marcarle la cancha diariamente al presidente, con el tema que sea. La ex ministra no piensa darle un milímetro de ventaja a Alberto Fernández. Para ella no existe tregua posible, ni chances de unidad nacional. "Cuando él dice 'aquel que quiere salir de la cuarentena quiere matar gente' yo le diría `bueno, entonces Fernández quiere matar gente`. Porque él hace dos semanas dijo que podían salir a pasear todas las personas", exageró días atrás.

La frase le valió un reproche de un funcionario amigo. “No te conviertas en Fernando Iglesias, no te conviene”, le aconsejó. Ella aceptó a regañadientes. Bullrich no descarta ir por la presidencia en 2023. “Cuando yo estoy en un lugar, juego en ese lugar. Yo ahora soy presidenta del PRO, y apuesto a que crezca. Si el PRO y Juntos por el Cambio crecen, crece la posibilidad de que alguno del equipo sea candidato a presidente. Si no, no lo va a ser ninguno”, le contó a Viviana Canosa.

La ex ministra aprovecha el encierro para mostrar un perfil más empático. Lo necesita, si pretende exceder la imagen de sheriff manodurista que construyó en los últimos años. La jefa del PRO lo hace por Tik Tok, la red de moda entre los adolescentes. Desde su balcón en Palermo, le juega a su nieta y confiesa haberse cortado el pelo con la tijera de la cocina. Son sus permitidos funcionales. Una especie de relax, entre la intransigencia política y la rosca del zoom.

F.D.S../