El galpón donde se arregló el vagón que chocó el jueves se encuentra en la localidad de San Martín, entre las calles General Manuel N. Savio y Presidente Néstor Kirchner. Allí funciona la empresa Emprendimientos Ferroviarios SA (Emfer), del Grupo Cirigliano, lugar donde se quemó documentación vinculada a otra tragedia ferroviaria que costó 51 vidas y cientos de heridos. Desde el accidente de Once, que el 22 de febrero del año pasado causó 51 víctimas fatales, se encuentra bajo la lupa de la Justicia.
Mientras se esperan las pericias que podrían echar luz sobre los motivos de la nueva tragedia, el delegado de la comisión interna de Emfer, Pablo Barberán, aseguró que los frenos del tren que chocó a otra formación en la localidad bonaerense de Castelar eran “nuevos”, aunque aclaró que eso “no significa que estuviesen funcionando” correctamente. Unos 300 operarios trabajan en el predio que se encuentra fuertemente custodiado a las orillas de la avenida General Paz; son unas 15 hectáreas donde también se encuentra la empresa Tatsa, dedicada a la reparación de colectivos. El lugar parece un cementerio de trenes, pero también hay unidades nuevas. Los obreros del lugar dicen que muchas veces las piezas de los viejos vagones son utilizadas para la reparación de las formaciones que luego salen a las vías para trasladar a miles de pasajeros.
La denominada formación “Chapa 1” que chocó de atrás al otro tren de la línea Sarmiento a la altura de la estación Castelar “estuvo seis meses parada” en reparación y sufría “problemas de frenos”, repitió en varias oportunidades el delegado gremial Rubén Sobrero, quien alertó que esta situación la habían “denunciado” ante la empresa.
Según Barberán, cuando las unidades están listas para salir de los talleres de Emfer pasan por la exhaustiva revisación de los inspectores de la Unidad de Gestión Operativa de las líneas Mitre y Sarmiento (Ugoms) y la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT). “Cuando sale de acá un coche tiene que ser aprobado para que nosotros podamos cobrar el trabajo que se hizo acá”, argumentó Barberán.
Después del trágico accidente de Once, el Grupo Cirigliano se quedó sin la concesión de la explotación del servicio de transportes de trenes. “Desde que pasó eso, la orden fue parar con todos los trabajos”, dijo Barberán. Pero al poco tiempo Emfer volvió a reparar los vagones.
Los obreros cuentan que el cerebro del Grupo Cirigliano se encontraba en Emfer. “En la sede estaban las administraciones de Emfer, del Grupo Plaza, Ecotrans, Tatsa, TBA. Cuando fue el accidente de Once, empezaron a abandonar las oficinas”, agrega Barberán.
La noche del 19 de marzo, casi un mes después del accidente en Once, centenares de kilos de papeles comenzaron a quemarse en dos volquetes. La pila ardió durante horas. Se cree que allí se encontraba información sustancial.