Con Daniel Scioli fuera del país –se fue de vacaciones a Italia–, la tropa del gobernador salió a defenderlo tras la embestida kirchnerista y mantuvo viva la tensión entre Nación y Provincia. La excusa del debate fue la coparticipación.
El viernes, el vicepresidente, Amado Boudou, había calificado como un “acto de cobardía” de Scioli pedir un cambio en el reparto de los recursos. Lo hizo en un encuentro kirchnerista que juntó hostilidad hacia el mandatario bonaerense. Ayer, desde los funcionarios hasta los legisladores sciolistas salieron a contestarle al vice.
Pero la pelea no es por el dinero. Es política. Mientras la Casa Rosada busca que el gobernador se convierta al “ultrakirchnerismo”, él prefiere la distancia, con el objetivo de preservarse para 2015. Ya avisó que no aceptará una candidatura testimonial como en 2009, pero además salió con agenda propia para marcarle la cancha al Gobierno nacional. No es la primera vez que lo hace. Ha mostrado diferencias en temas sensibles para el kirchnerismo, como la seguridad o la inflación. También hace gala del diálogo con sectores que están enemistados con Balcarce 50, incluso con los medios opositores.
En la verdadera mesa de discusión no está la plata por la coparticipación que, en efecto, perjudica a la provincia de Buenos Aires. Sino las elecciones de este año y la sucesión de la jefa de Estado.
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