La devaluación, la aceleración de la inflación y nuevos problemas en la provisión de alimentos a comedores marcan un escenario complicado para la semana poselectoral, en la que los movimientos sociales más duros volverán a las calles y amenazan con escalar las medidas, hasta llegar a un acampe en la 9 de Julio. La decisión será anunciada luego de las elecciones, pero fue confirmada a este medio. Los sectores más moderados, plenamente integrados al Frente de Todos, buscarán contener la situación como hicieron en los últimos meses, pero en este sector hay voces que advierten que si no se refuerza la ayuda, podría haber desbordes.
Los grupos más duros, liderados por el Polo Obrero y Barrios de Pie-Libres del Sur, se reunieron esta semana y definieron un próximo encuentro para el lunes. Se descuenta que habrá medidas en la semana en que se cumple un mes desde la promulgación de la Ley de Emergencia Alimentaria. El objetivo es sumar más organizaciones para iniciar un plan de lucha que incluiría dos marchas sucesivas, antes de escalar las acciones con un acampe, la medida que más incomoda a las autoridades. Parte de estos sectores están alineados con el Frente de Izquierda-Unidad, un grupo que ha llamado a tomar el ejemplo de las protestas en Chile y eligió, inclusive, cerrar su campaña frente al consulado de ese país.
En tanto, las organizaciones del Triunvirato de San Cayetano, CTEP, CCC y Barrios de Pie-Somos se han comprometido a mantener los esquemas de contención social. La mayoría de sus dirigentes están integrados en el Frente de Todos y recibieron el pedido del candidato a presidente Alberto Fernández de evitar cualquier desborde. “Vamos a poner todo lo que hay que poner, como se hizo hasta ahora”, anticipó una figura central de este armado. Sin embargo, indicó también que “el poder de daño de Macri es inmenso y no sabemos qué va a pasar de acá a diciembre, después de que se confirme la victoria del Frente”, explicó.
En el Triunvirato descuentan la victoria opositora en primera vuelta y sostienen que desde el lunes, se deberá buscar un modo de compensar la creciente pérdida de poder adquisitivo. También advierten, al igual que los sectores más duros, que se deberá regularizar de forma urgente el aprovisionamiento de alimentos.
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Según el testimonio de varios dirigentes sociales y de referentes religiosos que también canalizan la ayuda, en los últimos días volvieron los problemas de aprovisionamiento. Una organización, por ejemplo, que cada mes recibía una tonelada de alimentos para repartir, este mes recibió apenas un 20%. Algo similar se había verificado en las primarias, cuando la fuerte devaluación complicó la compra de alimentos. A falta de un precio de referencia, y en medio de anuncios sobre “reperfilamiento”, los proveedores retiraron sus ofertas y hubo faltantes, especialmente en leche y aceite.
Pobreza. En los últimos dos años, la pobreza y la indigencia se dispararon a la par de las sucesivas devaluaciones y su consecuente pasaje a la inflación. Con un dólar futuro que ya araña los 80 pesos para diciembre de este año, la pobreza que abarcaba a mitad de año a uno de cada dos chicos menores de 17 años podría alcanzar el peor valor en muchos años en el mes más delicado del calendario político.
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En septiembre, el Indec presentó el último informe de pobreza que se conocerá durante el actual mandato. Mostró que el 35,4% de los argentinos es pobre, un salto de más de 10% en relación con el dato de diciembre de 2018. En ese mismo período el dólar había ganado un 15% de valor en relación con el peso, el salto que se daría entre julio y diciembre, si se confirma el valor en el que se cotizaba la divisa en el Rofex para diciembre, se verificaría un salto cambiario en seis meses equivalente a poco menos del 100%. Con estos números en la mesa, no resulta descabellado pensar que la pobreza podría dispararse hasta alcanzar el 40% hacia fin de año.
“Deberán hacer algún tipo de compensación”
Para Agustín Salvia, titular del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, tras las elecciones “se va a tener que hacer algún tipo de compensación, en materia de ingresos o precios, como ocurrió con el IVA”. Desde su perspectiva, a partir del análisis que hace el Observatorio con una metodología diferente al Indec, “la pobreza no está en 35%, ya que en el segundo trimestre estaba en 37%”. En un mes, darán a conocer sus nuevos datos, pero el especialista coincide en que las últimas devaluaciones se trasladarán a precios y afectarán la inflación: “El nivel dependerá del ajuste que se haga en pensiones, jubilaciones y el ajuste que hagan las empresas y el Estado en los salarios”. También, añadió, influirá la capacidad de las familias de sumar horas de trabajo o changas, pero “esto parece poco probable, lo más probable es que aumente la recesión y haya menos empleo”. Salvia aclaró que es optimista, aunque consideró “que no es descabellado pensar que a fin de año la pobreza esté cerca del 40%”.
