Guillermo Greppi, el financista que denunció un pedido de coima en nombre de Norberto Oyarbide, estuvo en la Casa Rosada. Se encontró al menos tres veces con su amigo Carlos Liuzzi, mano derecha del influyente secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Los encuentros transcurrieron a metros del despacho presidencial.
Si las denuncias que investiga la Justicia fueran verdad, Oyarbide armó una lista de cueveros y, a partir de un testimonio dudoso, ordenó una serie de allanamientos a financieras de la City. Allí, los policías, si la acusación es cierta, pedían plata a los empresarios extorsionados para dejarlos tranquilos. El problema fue que, en el camino, se toparon con Greppi, quien tenía vínculos con el corazón de la Casa Rosada. Oyarbide reconoció públicamente que Liuzzi lo llamó. El operativo en la financiera de Greppi se frenó cuando, según los denunciantes, los policías estaban en plena labor de pedir 300 mil dólares, luego 3 millones de pesos, más tarde 2,5 millones de pesos.
El escándalo estalló en esquirlas que se dispararon hacia todos lados. Oyarbide enfrenta una denuncia en el Consejo de la Magistratura, que el kirchnerismo busca lentificar. Zannini, hasta ahora un intocable, quedó herido dentro del poder gubernamental. Y se multiplicaron los interrogantes sobre el uso de las financieras por parte del poder político. Un vínculo que siempre apareció asociado a las sospechas de las cajas negras.
Luego de que diferentes fuentes revelaran a PERFIL el paso de Greppi por la Casa Rosada, el financista lo reconoció en diálogo con este diario. “No fui más de tres o cuatro veces en los últimos 11 años”, dijo al ser consultado por este diario. Y precisó que, en una oportunidad, asistió junto a su abogado Fernando Torres y, en otra ocasión, con el empresario Rafael Garfunkel, tío del mediático Matías, aunque poco allegado a su sobrino. Pero asegura no conocer a Zannini.
Liuzzi y Greppi se conocieron en 1978, cuando entraron a trabajar en la entonces Municipalidad de Buenos Aires. Durante diez años, fueron camarilla en el área de inspecciones generales. Su jefe era Carlos Broitman, hoy abogado de Greppi en la causa en la que se investiga a los policías, al secretario de Oyarbide Carlos Leiva y al juez por las irregularidades en el allanamiento a su financiera.
Amigos. Greppi enmarca sus visitas a la Casa Rosada en su amistad con Luizzi, el funcionario que llamó a Oyarbide para advertirle de que los policías de la División de Investigaciones Federales de Organizaciones Criminales (Difoc) estaban allanando la financiera de Greppi en el Microcentro porteño por orden del propio juez y que pedían en nombre de “Su Señoría” una coima millonaria.
El juez asistía a una ópera cuando recibió el llamado del funcionario y desde allí ordenó parar el allanamiento. No se trasladó ni envió a personal del juzgado a ver qué había sucedido, si Liuzzi tenía razón o si debía intervenir con otra fuerza como Gendarmería o Prefectura, o con la misma jefatura de la Policía Federal, para apartar a los policías denunciados. Sólo llamó por teléfono y levantó el operativo.
Esa misma mañana, el propio juez había firmado la orden para allanar 22 financieras en una causa de supuesto lavado de dinero. Tras la advertencia de Liuzzi, el juez Oyarbide se comunicó con su mano derecha y hasta entonces secretario letrado: Carlos Leiva. Era quien investigaba la causa. Dio la orden de parar todo. Leiva llamó al subcomisario Fabio Ascona, a cargo del operativo, y trasmitió la orden. Ascona está denunciado por Greppi como uno de los dos policías que pidieron la coima en nombre del juez y de su secretario y mano derecha, Leiva. El allanamiento, el llamado de Liuzzi y el escándalo de la coima ocurrió la tarde del jueves 19 de diciembre de 2013. Oyarbide recién reveló que paró el procedimiento por un llamado del funcionario Liuzzi el martes 11 de marzo