Aislado, en uno de sus peores momentos políticos, el juez federal Norberto Oyarbide analiza si le ha llegado un fin de ciclo. El fallo de la Sala I de la Cámara Federal que lo apartó de la causa Schoklender fue uno de los golpes más duros para el magistrado, admitieron a PERFIL en su entorno. El juez teme que la decisión de los camaristas, a quienes se refieren como la “sala K” en los Tribunales, sea un punto de inflexión en su relación con el Gobierno. El propio juez no lo sabe aún, pero está convencido de que una decisión como la de la “sala K” no puede dejar de leerse en términos políticos.
A pesar de los rumores de separación con su pareja, el ex árbitro de básquet Claudio Blanco, en el entorno del juez negaron que estén separados. Sin embargo admitieron el sentimiento de soledad política de Oyarbide. Lo cierto es que está aislado de sus colegas, quienes lo defenestran en voz baja, y se encuentra desorientado sobre qué papel asumir en la interna entre el Poder Judicial y el kirchnerismo. De fondo, una interna entre la Secretaría de Inteligencia y un sector del Gobierno por el control de la Justicia, lo tiene entre la espada y la pared.
No es la primera vez que los camaristas lo critican con dureza por la forma en que instruyó sus causas: lo hicieron en Skanska y en los expedientes de la mafia de los medicamentos y las escuchas ilegales de Mauricio Macri. Nunca llegaron al punto de apartarlo de una causa y dejar en foja cero todo lo actuado.
Si el Gobierno decidió soltarle la mano definitivamente, se sabrá en el Consejo de la Magistratura. Esta semana, el consejero Alejandro Fargosi, que representa a los abogados en el organismo que elige y controla a los jueces, solicitó que se inicie el proceso de remoción de Oyarbide y se disponga su suspensión en el cargo mientras se lo investiga. Fargosi pidió que se revea si el juez habría instruido mal la causa adrede.
Siempre ligado a escándalos, Oyarbide acumula una lista de denuncias ante el Consejo, pero el oficialismo, que tiene mayoría, siempre se encargó de cerrarlas. Los consejeros del oficialismo lo han defendido por órdenes del Gobierno pero no por decisión propia, en la mayoría de los casos, sostienen fuentes del Consejo.
Oyarbide acumula algunas de las causas más calientes para el kirchnerismo. Fue, por citar un caso emblemático, quien sobreseyó en tiempo récord al matrimonio K por presunto enriquecimiento ilícito. El esquema del juez siempre se repite cuando se trata de causas polémicas.
Su juzgado tiene dos secretarías, pero las causas con contenido político o relacionadas con el poder casualmente siempre terminan en la misma, a cargo de su hombre de confianza, Carlos Leiva. En las causas, interviene siempre el mismo equipo de la Policía Federal: la División Investigación Federal de Organizaciones Criminales (Difoc). Esa división se especializa en una de las herramientas predilectas del juez a la hora de investigar: las escuchas telefónicas. Tampoco delega las causas sensibles a los fiscales para no involucrarse en la investigación.