POLITICA
Un acuerdo "poltico y de hecho"

El pacto de no agresión de Kirchner y Menem en Suiza

Juan Gasparini habló con Perfil.com sobre su último libro que investiga la complicidad de dos ex presidentes.

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“Es un pacto político y de hecho”, así define Juan Gasparini, periodista argentino radicado en Ginebra, el vínculo que une a los ex presidentes Carlos Menem y Néstor Kirchner. En su último libro, "El Pacto Menem-Kirchner. La matriz de corrupción que reúne en Suiza los destinos de los ex presidentes", el autor muestra cómo se organiza un soborno internacional.

Desde Ginebra, Gasparini accedió a dialogar con Perfil.com. El autor de "La Pista Suiza" y "Mujeres de Dictadores", entre otros libros, relató cuestiones claves de una investigación que deja al descubierto el acuerdo “furtivo” que representa la preservación y consolidación de la impunidad política argentina.

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-¿Qué lo motivó a escribir el libro?

-El desencadenante fue presenciar y seguir periodísticamente la confesión del arrepentido, el francés Lionel Queudot (broker que relató cómo el grupo francés Thales le habría pagado 25 millones de dólares a Menem) principios de 2004 (...) El hecho que una multinacional francesa como Thales buscara un broker externo a la empresa, pero inserto en la banca suiza para cometer el cohecho, me pareció significativo. Luego descubrí que Siemens y Alston operaban de la misma manera y que las tres firmas tienen contratos por 20.000 millones de dólares en la Argentina.

-Usted marca un momento clave: la salida de Gustavo Beliz del Ministerio de Justicia y, de inmediato, el rechazo del gobierno de Kirchner a firmar un acuerdo con Suiza contra la lucha de la corrupción, el blanqueo de dinero y el terrorismo. ¿Qué hubiera pasado si se firmaba el acuerdo?

-Todo ocurrió bastante rápido, produciendo un concurso de circunstancias y voluntades. El ministro Beliz propició la comparecencia de Queudot en la embajada argentina en Berna para que declarara el 30 de abril de 2004. Al mismo tiempo negoció un tratado de asistencia judicial con Suiza para mejorar la lucha contra la criminalidad económica. Ese tratado hubiera permitido el contacto directo entre magistrados de los dos países para el intercambio automático de información, sin tener que pasar como ahora por los ministerios de Justicia y Relaciones Exteriores de los dos Estados, lo cual posibilita que los ejecutivos tengan un cierto control de los exhortos y comisiones rogatorias. Si Kirchner firmaba, le abría la puerta a que cualquier juez o fiscal investigara de manera sorpresiva y decidió no exponerse a ese riesgo.

-¿Podría decirse que la decisión de no firmar el acuerdo motivó el nombre del libro “El Pacto Menem-Kirchner”?

-La idea del pacto tiene fuentes múltiples. Se trata de un pacto de no agresión en Suiza de dos ex presidentes argentinos. Expresa una actitud funcional de Kirchner a preservar la impunidad de Menem, una forma de consolidar su propia impunidad, en un país cuya banca albergó los famosos 520 millones de dólares de los fondos de Santa Cruz, nunca rendidos en su cabal transparencia. Kirchner decidió no apelar la decisión de la justicia de Ginebra de no entregar las cuentas de Menem a la justicia argentina, y eso también en el correr de aquellos meses vertiginosos de 2004.

-¿El pacto entre Menem y Kirchner fue explícito entre ellos?

-Mi criterio de pacto en este caso es un acuerdo furtivo de las dos partes para que lo que acontece en Suiza no se toque. Es un pacto político y de hecho.

-Para terminar, usted nombra a Thales como arquitecto de la triangulación de sobornos durante el gobierno menemista. También nombra a Siemmens y Alstom. ¿Esas dos últimas empresas emularon el rol de Thales con los gobiernos de De la Rúa y de Kirchner respectivamente?

-La coincidencia ha querido que esas tres empresas, como ya dije, han elegido la banca suiza para canalizar sobornos. En Suiza hay investigaciones judiciales que conciernes a las tres firmas por esos hechos. Dichas compañías tienen contratos faraónicos con la Argentina.

*Redactor de Perfil.com