Julio César Grassi se encamina a un nuevo juicio oral y público en su contra. Condenado por abuso sexual y corrupción de menores, el sacerdote enfrentará ahora un debate por el desvío de donaciones de alimentos que recibía la fundación “Felices Los Niños” hacia el penal de Campana, donde está detenido.
La elevación a juicio del caso fue decidida por la Cámara de Garantías de Morón. Por este nuevo caso, Grassi enfrenta una posible condena de hasta diez años de cárcel, que eventualmente se acumularían con las que ya tiene a quince y dos años, previamente.
En 2009, el cura fue condenado a 15 años de prisión por abuso sexual y corrupción de menores. La sentencia fue ratificada en todas las instancias posteriores, incluso por la Corte Suprema de Justicia que, en marzo del año pasado, que confirmó por unanimidad la condena.
A eso se sumó una segunda condena, por malversación de fondos públicos y para eludir una restricción de la justicia, por el alquiler de “La Blanquita”, una quinta frente a la Fundación, donde tenía prohibida la entrada por los delitos que había cometido contra los menores que estaban alojados ahí. En ese caso se lo condenó a otros dos años de prisión, que se sumaron a los quince anteriores.
Ahora, con la elevación a juicio de este expediente, Grassi enfrentará su posible tercera condena. El caso es fuerte, entre otros aspectos, porque existen pruebas en vídeo y fotografía, como explicó a PERFIL el abogado querellante contra Grassi, Juan Pablo Gallegos, quien litigó desde el comienzo contra el pederastra.
La prueba existente es producto del trabajo del equipo de Periodismo Para Todos (PPT) de Jorge Lanata, que mostró cómo se desvíaban los camiones con donaciones de alimentos que llegaban a la Fundación. La orden de Grassi, desde el penal de Campana, es que fueran ahí para él. “En el informe de PPT filmaron a los seguidores de Grassi, cómo subían a camiones y él cambiaba eso por favores en la cárcel, donde tenía una oficina amplia y cómoda”, sostuvo Gallego.
En las primeras semanas preso, Grassi tenía una celda básica, en la que había un viejo televisor, una mesa de hormigón con dos banquetas, y compartía el baño. Pero tal como demostró el i nforme de PPT, tras comenzar a recibir las donaciones, Grassi obtuvo una oficina pegada a la despensa del Penal. Ahí tenía cama nueva cama, baño privado, escritorio y una computadora. También tres celulares, un televisor LED TV de 21 pulgadas, un frigobar y un caloventor.