Desde el Vaticano
El escándalo político que desató la muerte de Alberto Nisman llegó hace tiempo a los rincones más sagrados del Vaticano. Y el Papa Francisco, cada vez más, observa de cerca la tormenta política que encendió dentro del kirchnerismo la aparición sin vida del fiscal. Quiere evitar –debe hacerlo– cualquier posibilidad de que las instituciones se degraden a una velocidad imparable.
En los últimos días uno de sus más estrechos colaboradores le acercó una copia del fallo completo de Daniel Rafecas, el juez que desestimó la denuncia que había presentado Nisman contra la Presidenta por encubrimiento. Le dan con regularidad informes con contenido análogo.
No trascendió si el Sumo Pontífice leyó el documento o si requirió más detalles específicos sobre el camino judicial de la investigación sobre la muerte del fiscal, pero sí se supo que ha mantenido charlas por teléfono e intercambiado algunos emails con su grupo de hombres de confianza en la Argentina, preocupado por la investigación judicial.
Uno de ellos es Gustavo Vera, el legislador porteño que hace poco denunció que Néstor Kirchner había pedido, a través de su “buena relación” con la cúpula de la ex SIDE durante su mandato, investigar a Bergoglio, a quien el kirchnerismo en su momento había bautizado como el cardenal opositor. Vera hoy repite los argumentos que aprendió del Sumo Pontífice: la ex SIDE y sus agentes pertenecen a “los sótanos de la democracia y deben ser investigados”.
En algunos despachos de las oficinas políticas que rodean la Vía della Conciliazione, la calle que desemboca en la plaza San Pedro –donde se erigen distintas residencias de embajadores de todo el mundo– desmienten la versión de Vera sobre el pedido de Kirchner de investigar al ex cardenal. Pero la misma fuente sugiere que Francisco celebra la purga de ex agentes. El también se sintió víctima de capas geológicas de los ex servicios cuando como cardenal, junto a Vera, denunciaban la trata de personas y la prostitución en la Ciudad, un negocio que al menos para La Alameda tenía estrecha “bendición” de algunos agentes de los servicios. Apuntan claramente a Jaime Stiuso.
El Papa no sólo sigue el devenir del caso Nisman, también tiene un ojo puesto en el equilibrio de poder dentro del sistema judicial argentino. Desde hace semanas mira muy de cerca el avance de los trámites para que Roberto Carlés, el candidato del oficialismo, sea designado como miembro de la Corte Suprema. Un embajador jura que se trata de un tema que le interesa en lo personal. Otros asesores lo niegan y describen que su afinidad con Ricardo Lorenzetti, le impediría apoyar a Carlés.
Sin una fecha concreta aún, oficialmente Francisco visitaría la Argentina en 2016, en el marco de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia y del Congreso Eucarístico Nacional.
Sin embargo, hace tiempo que algunos de sus asesores le insisten en la necesidad de viajar a la Argentina antes de que termine 2015, luego de las elecciones general de octubre y antes del 10 de diciembre, cuando asuma el próximo presidente de la Nación.
Quienes promueven la visita de Francisco creen que su presencia significaría un respaldo irrefutable para el próximo jefe de Estado y ayudaría en la transición sin sobresaltos hacia el próximo gobierno. Juran que Francisco todavía lo está estudiando.